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Los militares birmanos obligan a los niños a alistarse como voluntarios

Los monjes budistas vuelven a desafiar en la calle a los generales

La Junta Militar que gobierna con puño de hierro Myanmar (antigua Birmania) trata de incrementar sus cada vez más escasos efectivos en las Fuerzas Armadas con niños de 10 años, comprándolos y apartándolos a la fuerza de sus familias, según denuncia la organización Human Rights Watch (HRW), con base en Nueva York, en un informe titulado Vendidos para ser soldados.

Los militares se enfrentan a una grave crisis de efectivos: a la creciente deserción en sus filas se une la escasez de voluntarios. "Los generales del Gobierno birmano toleran el reclutamiento de niños y no castigan a quienes lo ejecutan", indica Jo Becker, encargada de la defensa de los derechos del niño en HRW. "En este ambiente", añade, "los reclutadores se dedican al tráfico de niños".

La organización dedicada a la defensa de los derechos humanos en el mundo asegura que los reclutadores, que tratan desesperadamente de satisfacer a sus superiores, buscan a los menores en las estaciones de ferrocarril, en las carreteras, en los mercados y en cualquier otro lugar público y les amenazan. "Algunos son golpeados hasta que aceptan", añade el informe.

Mientras el Gobierno militar de Myanmar mantiene que sus Fuerzas Armadas están integradas por voluntarios mayores de 18 años, los soldados entrevistados por HRW aseguran que al menos el 30% de sus compañeros de entrenamiento tenían menos de esa edad.

Las Fuerzas Armadas birmanas tenían unos 375.000 soldados en 2006, uno de los Ejércitos más grandes de Asia, después de los de China e India. Según HRW -que cita a un general birmano- la Junta Militar planeó el año pasado reclutar 7.000 soldados al mes.

Mientras, cerca de un centenar de monjes budistas desafiaron ayer de nuevo a la Junta Militar con la primera marcha por las calles desde que las fuerzas de seguridad aplastaran las manifestaciones antigubernamentales, con resultado de 10 muertos y 3.000 detenidos, según las cifras oficiales. La marcha tuvo lugar en la ciudad de Pakkoku, donde en septiembre los monjes que exigían al Gobierno una disculpa por el maltrato de religiosos a manos de soldados se pusieron al frente de las protestas organizadas por el movimiento político Generación 88 en respuesta a la subida de los precios de los combustibles.

Los monjes marcharon de forma pacífica por las calles de Pakkoku, a unos 550 kilómetros al noroeste de Yangon, al mismo tiempo que entonaban salmos budistas. En declaraciones a la emisora de la disidencia, uno de los monjes que participó en la marcha, y que prefirió ocultar su identidad por temor a las represalias, aseguró que con esa acción se pretende reanudar las manifestaciones contra la Junta Militar.

Los bonzos desfilaron durante casi una hora sin que la policía actuara para impedir la marcha, tal y como hiciera el pasado septiembre. La tenacidad y obstinación de los monjes entonces alentó a la debilitada oposición política y a cientos de miles de birmanos de a pie a unirse a las marchas pacíficas que durante casi una semana tuvieron lugar en Yangon y en otras ciudades importantes del país.

Dos niños de la guerrilla karen observan una ceremonia por los caídos en la lucha contra el Gobierno.
Dos niños de la guerrilla karen observan una ceremonia por los caídos en la lucha contra el Gobierno.AP

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