Coto a los 'lobbies' en Bruselas
La Comisión quiere un registro de grupos de presión para saber quién paga
Viernes por la noche en Bruselas. Funcionarios de la Comisión Europea celebran su cumpleaños en un bar del centro de la ciudad. "Te presento a Giovanni". Dos besos, y enseguida la pregunta obligada: "¿En qué trabajas?". "Soy lobbista". En pocas ciudades del mundo es tan habitual esta situación. En Bruselas, los lobbistas son una legión, unos 15.000 hombres y mujeres que se emplean a fondo para que sus intereses queden plasmados en las normas que luego adoptarán los Veintisiete y que terminarán por afectar a los 500 millones de ciudadanos de la Unión.
La Comisión Europea quiere que en 2008 salgan a la luz, que se apunten en un registro oficial y que declaren para quién trabajan y cuánto dinero invierten sus clientes en el arte del lobby. Bruselas, el segundo centro de poder con más lobbistas del mundo después de Washington, no se ha enfrentado todavía a un escándalo como el Abramoff, en Estados Unidos, donde los lobbistas están obligados a registrarse. Pero, temerosa, la Comisión ha decidido poner la venda antes de la herida. "Queremos saber quién paga a quién. Lo que no puede ser es que alguien se reúna con un funcionario de la Comisión en nombre de una ONG de padres de niños con una enfermedad determinada y en realidad esté pagado por la única empresa que produce un medicamento para esa enfermedad", dicen desde la Comisión.
A la semana, un eurodiputado tiene 36 contactos de media con 'lobbistas'
15.000 personas trabajan en grupos de interés en la capital comunitaria
El Parlamento Europeo, blanco preferido de los lobbistas por su permeabilidad, se plantea ahora tomar también medidas. Como era de esperar, los planes del Ejecutivo comunitario han levantado en armas a los lobbistas, que tratan hasta el último momento de modificar la iniciativa que entrará en vigor durante la primavera del año que viene y que establece un registro -eso sí, voluntario- de los grupos de interés que operan en el universo bruselense.
EPACA es la organización de lobbistas que con más fuerza se opone al registro. "Distorsionará el mercado. Habrá empresas que no quieran trabajar con los lobbistas que hagan público quién y cuánto les pagan. Además, la información financiera es muy sensible, los empresarios no quieren que los demás sepan cuánto gastan en el lobby", sostiene José Lalloum, presidente de EPACA. EPACA, que dice representar al 75% del mercado del lobby en Bruselas, sostiene que trabajarán duro para convencer a la Comisión de que cambie la letra de su iniciativa. De momento ya han logrado que el Ejecutivo comunitario baraje la idea de prescindir de la declaración financiera detallada y la sustituya por ciertas categorías que distinguirían el volumen de dinero dedicado al lobby.
"Dicen que no pueden desvelar su información financiera, pero esas mismas empresas sí están obligadas a declarar en EE UU y no pasa nada", se queja Erik Wesselius, de Corporate Europe Observatory (CEO), una organización que pide desde hace años más transparencia. Dice Wesselius que el lobby en Bruselas es muy efectivo y que muchas de las enmiendas que se votan en la Eurocámara están redactadas por los lobbistas. Cada año, CEO convoca junto a otras dos ONG los premios a los peores lobbies del año. Para 2007, los candidatos son BMW, Daimler y Porsche, Repsol, la propia EPACA y Etienne Davignon, asesor en temas de la Comisión para temas de desarrollo y consejero de la eléctrica Suez.
Varias fuentes consultadas atribuyen parte del creciente poder de los lobbistas a la falta de recursos de las instituciones comunitarias. Los lobbistas hacen parte del trabajo proporcionando informes técnicos.
El finlandés Alex Stubb es el eurodiputado popular encargado de proponer una legislación en la Eurocámara que controle a los 5.000 lobbistas que ahora tienen acceso permanente al edificio. Una vez dentro, pueden asistir a los debates, las comisiones y las votaciones. "Quien no esté en el registro no podrá entrar al Parlamento", dice. Quiere también que en cada informe que escriban los eurodiputados conste a pie de página con qué personas se ha reunido y qué material le han proporcionado.
Los datos de Stubb muestran que de media un parlamentario tiene 36 contactos con lobbistas (correo electrónico, teléfono, visitas...) a la semana. "Yo mismo tengo a medio centenar de empresas intentando influir en mi informe sobre los lobbies".
Son las nueve de la mañana de un día cualquiera en el Parlamento Europeo en Bruselas. Los pasillos son un trajín de europarlamentarios, asistentes y también lobbistas que asisten a las comisiones parlamentarias donde los eurodiputados exponen su punto de vista que luego quedará reflejado en informes, en ocasiones vinculantes y otras sólo con valor político.
"A las comisiones sobre las limitaciones de emisiones de los coches hay que llegar con antelación si quieres coger sitio, está a rebosar; sin embargo, en las que debaten las violaciones de derechos humanos en algún país lejano, hay muchas sillas vacías", cuenta Andoni Hidalgo, consultor bilbaíno involucrado en el lobby automovilístico.
"Los fabricantes alemanes y el Gobierno de Berlín han trabajado duro para crear un bloque con el casi centenar de eurodiputados alemanes. Argumentan que miles de trabajos peligran. Pero si no adaptan su tecnología perderán competitividad", explica Chris Davis, el eurodiputado liberal británico encargado de poner el informe de la Eurocámara en pie. La intensidad del lobby en la fase prelegislativa del texto da una idea de lo que se avecina el año que viene y el siguiente, cuando la cosa vaya ya en serio y se adopte la legislación, previsiblemente antes de la primavera de 2009.
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