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Reportaje:

La batalla del crudo de Kirkuk

Kurdos, suníes y turcomanos de Irak se disputan una de las provincias con mayores reservas de petróleo del mundo

Francisco Peregil

Uno de los guardaespaldas del gobernador de Kirkuk, en Irak, sale a las afueras de la ciudad para recogernos en un todoterreno blindado escoltado por militares y conducirnos a la casa de su jefe, protegida por varias barreras de hormigón.

-¿Qué tal van las cosas por aquí? ¿Muchos problemas?

-No... Todo bien-, contesta el guardaespaldas con excelente humor.

-¿Ponen muchas bombas por aquí?

-Bueno... Así, así. Hay días en que no estalla ninguna y al siguiente dos o tres.

En el último año han estallado 171 bombas, casi una cada 48 horas
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El Gibraltar de los kurdos iraquíes se llama Kirkuk. Esta provincia de 1.200.000 habitantes, de los cuales 750.000 viven en la capital del mismo nombre, está asentada sobre el 5% de las reservas petrolíferas del mundo. Del millón y medio de barriles de petróleo que produce Irak a diario, 250.000 salen de aquí.

Pero si Kirkuk es el Gibraltar de los kurdos también representa algo parecido para los suníes de Irak. Y para la comunidad de turcomanos. En las elecciones para elegir el consejo provincial que se celebraron en 2005, los kurdos consiguieron 26 representantes, los turcomanos nueve y los suníes seis. Ése podría ser un reflejo de cómo está la correlación de fuerzas en la provincia. Y en medio de las tensiones políticas, los ataques terroristas. Tan sólo los agentes del Servicio de Emergencias de la Policía, uno de los ocho cuerpos policiales de la ciudad, ha detenido en los últimos años a 14 terroristas a punto de cometer un atentado y a 275 colaboradores.

El coche avanza por los suburbios hacia el centro. En vez de naves industriales, aquí se ven pozos de petróleo. Circular por Kirkuk es saltear empalizadas y dobles muros contra los coches bomba y puestos de control a cada momento. En los últimos 12 meses, según el general Omar Khetab, de 50 años, jefe del Servicio de Emergencias de la Policía, estallaron 171 bombas en la ciudad, casi un promedio de una por cada 48 horas. Kirkuk representa para los kurdos la fortaleza desde la que defienden barrio a barrio la seguridad en el Kurdistán iraquí.

Uno de los 600 policías del general Khetab explica conforme el vehículo se adentra en la ciudad: "Esta calle era una de las más peligrosas. Ponían bombas casi todos los días... Ahí, en esa casa vivía un jefe de la policía. Lo mataron este mes".

Muchos kurdos aseguran que Sadam Husein los expulsó de Kirkuk para que se asentaran colonos árabes. Y los suníes y turcomanos afirman que los kurdos, desde la invasión de EE UU, en 2003, están llenando la provincia y la capital de kurdos que nunca vivieron allí. ¿Con qué fin? Con el fin de ganar el referéndum que según establece la Constitución de 2005 debería celebrarse antes del 31 de diciembre de 2007. En esa votación, los habitantes de Kirkuk deberían votar si quieren pertenecer al Kurdistán iraquí o depender, como ahora, de la Administración central de Bagdad, o desean convertir la provincia en una entidad autónoma. Para votar es necesario un censo. Y para censar hay que saber quién tiene derecho a vivir en Kirkuk y quién no. Y mientras las urnas no hablen, las que hablan son las bombas.

"No va a ser posible celebrar el referéndum este año", reconoce el gobernador de Kirkuk, el kurdo Abdul Rajman Mustafa, de 56 años y con dos hijos. "Primero tenemos que superar el proceso de normalización, ver quién tiene derecho a vivir aquí y quién no. Y después, censar. No me atrevo a dar una fecha".

El gobernador ha sufrido tres atentados desde que estrenó el cargo hace cuatro años. El último lo provocó un suicida que se echó sobre su auto blindado. Murieron dos de sus escoltas. La revista británica The Economist asegura que Kirkuk se ha convertido en la ciudad con más actos de violencia por número de habitantes, por delante de Bagdad. Pero ni el gobernador ni el general Omar están de acuerdo. "Hace 10 meses la situación era mucho peor", sostiene el general. "La gente cada vez está más concienciada de que el terrorista no distingue de etnias", remacha el gobernador.

Vehículos en llamas tras un atentado en Kirkuk, a unos 250 kilómetros al norte de Bagdad, el 16 de julio pasado.
Vehículos en llamas tras un atentado en Kirkuk, a unos 250 kilómetros al norte de Bagdad, el 16 de julio pasado.REUTERS

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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