Deportado cuando está a punto de ser padre en Vigo
Enrique Castro acudió el lunes a la comisaría para arreglar unos papeles, como le ordenaron, y ya no le dejaron salir. Ayer le metieron en un avión a Madrid para ser deportado a Bolivia, su país. Trabajaba, mal que bien, de carretillero en las descargas de pescado del Berbés. No tenía regularizada su residencia, como la mayoría de los bolivianos que residen en Vigo.
Lo chocante es que Enrique Castro no sería deportado dentro de un mes, ya que su esposa está embarazada de ocho meses y nadie permitiría privar a un bebé, que será español, de la garantía de sustento que aporta el padre. Ahora seguramente pueda volver con ese mismo argumento, pero mediando más trámites y jueces.
Ayer acudieron a despedirle al aeropuerto un grupo de bolivianos en manifestación, que luego acudió a la Subdelegación del Gobierno a reclamar soluciones. Para su caso y tantos otros, con una denuncia caliente por racismo contra un policía local de Vigo.
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