Medicina cubana
Dicen que una de las virtudes de los médicos cubanos es que saben escuchar, que dedican todo el tiempo que requiera el paciente. Elsa Rivero no se dedica a sanar. Ella canta. Boleros y jazz latino. Pero en el bar que regenta aplica pura medicina cubana. Escucha a quien tiene al otro lado de la barra, dispensa consejos, cuenta historias, explica lo que hay detrás de cada canción... Sólo hay un límite. "No hablo de política. Es remover viejas heridas", afirma con los ojos vidriosos.
Elsa Bar es un local que pasaría inadvertido si no fuera por su dueña, una mujer menuda de más de 60 años, con una melena rubia recogida en un moño y una voz desgarradora. El bar es un santuario de lo que hoy es Elsa: fusión. Comparten estantería la Caridad del Cobre y la Moreneta. En la pared cuelga una bandera cubana, pero hay motivos con la senyera. Y justo enfrente de José Martí figura un pequeño retrato de Ronaldinho. Elsa encaja a la perfección en este decorado.
Cuando entra un cliente, esboza una sonrisa. "Good night. What do you wish?", pregunta a unos jóvenes. Cómo no, piden mojitos. "Suena Chucho Valdés", les indica. Es uno de sus preferidos, aunque ella pertenece al feeling cubano. "Es la canción del sentimiento, nació en los cuarenta en el callejón Hamel de La Havana", añade. Recuerda con nostalgia que en su país era una intérprete conocida. Ella y su guitarrista, Ángel Díaz, eran habituales en Tropicana, Le Parisién, Havana Libre y en la televisión cubana. En su época dorada, prosigue, conoció a Fidel Castro, de quien sólo quiere comentar que tiene una personalidad "arrolladora".
Media hora antes de echar el cierre, anuncia a sus clientes que "quizá" se animará a cantar. Antes se arrancaba con jazz. "Ahora ya no, sólo boleros", dice. "Another beer?", pregunta a un cliente. "Last one", le responde con desidia. "Never, never. Nuuuuunca digas que es la última", remacha ella.
- Lo más: La conversación de Elsa.
- Lo menos: El aforo máximo del local.
Dirección: Torrent de l'Olla, 78. Barcelona.
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