Cólera por el compañero muerto
Diez horas de huelga para pedir más seguridad dejan sin taxis la capital
"¡Joder, ha muerto como un perro!". Apoyados en el capó de un coche, tres taxistas leen la noticia del asalto a su colega Daniel. Cibeles, 11 de la mañana. 150 taxis aparcados. No cogen clientes hasta mediodía. "Siguió conduciendo después de que le apuñalaran, es la leche". "Como un perro", repite Sergio de Haro, taxista desde hace nueve años. Trabaja de cuatro de la mañana a cuatro de la tarde, "del tirón", explica. De noche pasa miedo. Le han atracado cuatro veces. ¿Y qué pasa después? "Que va a pasar, te tomas un café, te quitas el cabreo del cuerpo y a seguir currando, no queda otra", dice.
Hacía ocho años que un taxista no era asesinado. Quizá por eso, la muerte de Daniel Aníbal Aguilera Gramajo, un conductor asalariado de 50 años, apuñalado poco después de la medianoche del viernes cerca de su casa, en Hortaleza, disparó los mensajes en las emisoras, las llamadas a los móviles, la indignación. Como las otras siete veces desde 1990 en que han muerto sus compañeros.
Horas después, de madrugada, el centro de la ciudad fue tomado por centenares de taxis con las luces verdes apagadas. "¿Qué pasa?", preguntó una conductora desde su coche a un taxista de Cibeles. "Huelga de taxis", respondió éste lacónicamente. Alcalá, Cibeles, la Castellana, el paseo del Prado estaban amurallados de coches blancos que hacían sonar las bocinas. Ríos de gente bajaban calle abajo en busca de los búhos: pero la concentración de taxis había llegado ya hasta el nudo de la puerta de Alcalá con la calle de Serrano y hasta la plaza de Neptuno, en el paseo del Prado. Los policías no multaban. Los taxistas tan sólo permitieron el paso de los autobuses y de los servicios de urgencia. Así estuvieron hasta las cinco. Después se marcharon al Instituto Anatómico Forense.
Los peatones tuvieron que volver a casa como pudieron.
Aguilera murió en la calle de Gomeznarro, en Hortaleza. Una ambulancia del Summa le vio llegar en dirección contraria, a toda velocidad. "¡Me ha apuñalado! ¡Me ha apuñalado!", gritaba el hombre, argentino de origen, conductor también en su país. Tenía un profundo corte en el cuello y otro en la cara. "Ha sido un negro", dijo. Murió a los pocos minutos. El taxímetro marcaba cinco euros y había sido parado. El asesino le dijo que había llegado a su destino.
Los vigilantes del metro avisaron a la policía porque vieron entrar a un hombre en la estación de Esperanza con la ropa manchada de sangre.
Ya en la mañana de ayer decenas de taxis paraban en la zona de llegadas de la T-4. No cogían viajeros y tampoco dejaban que los compañeros lo hicieran. "Nos solidarizamos con la víctima, pero también reclamamos más seguridad", gritaba Fabián, uno de los rebeldes. A su lado, otro reconocía en voz baja que le parecía bien el paro, "pero también hay miedo a circular por el centro de la ciudad por los piquetes, sobre todo por Atocha y Cibeles. Dicen que pinchan las ruedas y rompen las lunas de los coches", afirmaba.
Los clientes estaban del otro lado: "Llevo unos 20 minutos esperando. Vengo de Bruselas y no puedo coger el transporte público porque vivo en una urbanización del norte de Madrid", protestaba un ejecutivo, mientras llamaba a su mujer para anunciar el retraso. Peor cara tenía Víctor, que acababa de llegar de Santo Domingo. "Toda la noche sin dormir y ahora esto. Deberían de tener en cuenta a los clientes", se quejaba, apoyado en dos grandes maletones.
Mientras, una decena de taxistas dispuestos a seguir trabajando llamaban a la Policía Municipal para que obligara al resto a retirar sus vehículos de la triple fila que bloqueaba el acceso a la T-1. Cada vez que uno de sus compañeros abría las puertas para recoger a un cliente el resto aplaudía mostrando su desaprobación. "Hay gente para todo", contaba un agente malhumorado, "en la T-1 había unos aprovechados que querían cobrar 50 euros por llevar a la gente al centro". A esa hora cientos de taxis permanecían aparcados en los alrededores de la plaza de Cibeles, en la concentración de repulsa hasta el mediodía. Cuando Sergio de Haro, uno de los de Cibeles, sale de madrugada, suele coger sólo clientes que llamen a la emisora. "Es más seguro". Parejas, grupos de chicas... "No es que te tengas que fijar en las pintas, pero ya se sabe...", sonríe. Todos los compañeros hablaban ayer de atracos, de noches en los que les han sorprendido con "una pipa o una navaja", de pandillas que suben al taxi y se van corriendo sin pagar.
La policía ya tiene la imagen del asesino, por las grabaciones de las cámaras de seguridad de la estación de metro de Esperanza, hacia donde huyó. También pedirán las captadas por comercios (en especial, los bancos) próximos.
El Peugeot 406 que conducía Aguilera fue trasladado a la Brigada de Policía Científica, donde los especialistas sacaron huellas, además de restos biológicos que están siendo analizados. Eso permitirá saber si el homicida ha sido detenido con anterioridad, lo que facilitaría su detención. Los agentes del Grupo VI de Homicidios también tratan de esclarecer por qué Aguilera no utilizó el sistema de alerta conectado con el teléfono de Emergencias 112.
Los representantes de los taxistas se reunieron con la delegada del Gobierno en Madrid, Soledad Mestre, con responsables del Ayuntamiento y mandos policiales. El acuerdo: Mestre mediará entre los taxistas y las administraciones regional y local para agilizar el cobro de subvenciones para el GPS y la mampara. Se creará una comisión para estudiar los problemas de seguridad del sector. Se diseñará un mapa con los puntos más inseguros de la ciudad y de su periferia para tener más vigilancia. Las mismas promesas que en 1992, cuando murió otro taxista, Ángel Bueno. Apuñalado, como Daniel.
Información realizada por Pilar Álvarez, Javier Sánchez del Moral, Jesús Sérvulo González, Patricia Ortega Dolz y F. Javier Barroso.
Las cifras del taxi
- 15.500 coches. Unos 19.000 profesionales trabajan en el sector. Algunos propietarios de licencias contratan a conductores.
- 5.000 con GPS. Sirve, además de para orientarse, para conectar con el 112. Una asociación calcula que unos 1.000 no tienen conexión.
- Un 10% con mamparas. Los taxistas calculan que un 10% de los coches tiene esta medida de seguridad. Al resto les resulta molesto.
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