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Tribuna:Fórmula 1 | Así ven a Alonso en el extranjero
Tribuna
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Francia ama el espíritu de resistencia

Estos últimos años, en Francia, la cota de popularidad de Fernando Alonso habría hecho el yo-yó. Tan pronto en el cénit, tan pronto en lo más bajo, perfecto reflejo de la versatilidad del buen pueblo francés.

Perdida la esperanza de encontrar un sucesor de Alain Prost, los aficionados acabaron, desde 2003, por trasladar su entusiasmo a la escudería Renault -al menos 100% francesa por el motor- y se prendaron de este joven español que llevó tan alto los colores azul, blanco y rojo. Evidentemente, el día que anunció su intención de irse bajo los cielos cautivadores de McLaren Mercedes el golpe fue sonado. Los sentimientos alimentados en torno a él se tiñeron de amargura. Cierto, aún llegó un segundo Mundial, en 2006, y de nuevo se amó sin reserva al pequeño príncipe de Asturias.

El público se ha conmovido por el coraje de Alonso y se agarra al sueño de su vuelta a Renault
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Sin embargo, a principios de 2007, sólo una franja de verdaderos aficionados se mantuvo fiel a Fernando. Para complacer a los lectores, oyentes o telespectadores, los medios de comunicación juzgaron más fácil seguir un asiento nuevo, cuidadosamente trazado, formado, prefabricado: el de Lewis Hamilton. Y la opinión pública olvidó enseguida, con feroz ingratitud, los éxitos de Alonso, que sólo unos meses antes derrotó, para Renault, al emperador Schumacher. No teniendo ya ningún santo al que encomendarse debido a las dificultades del equipo Renault, los aficionados, gregarios y naifs, se dejaron hechizar por Hamilton, se conmovieron con el cuento de hadas llevado por el padre, el hermano, la bella madre -con la condescendiente complicidad de Ron Dennis- y creyeron en el mito del debutante cándido.

Felizmente, los franceses tienen a veces un lado bueno cuando su cultura ancestral de la justicia les incita a despertarse. Así, el incidente del GP de Hungría, la maniobra solapada del clan Hamilton y el juicio arbitrario de la FIA respecto a Alonso, provocaron un cambio radical en la opinión, hasta entonces cegada por las cursilerías mediáticas de Hamilton, hechizada por sus discursos angélicos. Desde entonces, los medios y su público acudieron al socorro de Alonso, redescubrieron con alegría su espíritu de resistencia y bravura, alabaron su dignidad, se conmovieron por su coraje y se agarraron al sueño de un regreso al redil.

¡Ah, si Fernando pusiera de nuevo su talento al servicio de Renault! No habría duda de que la escudería reencontraría su soberbia. Desde agosto, la Francia deportiva vibra así por Alonso y la Francia people queda bajo el encanto aparente de Hamilton, pero no importa. Serán varios los millones de franceses que cruzarán los dedos ante su televisor. Después, que Fernando regrese a Renault y habrá ganado sus corazones. Si escoge otra vía, habrá adquirido al menos su estima. Afortunadamente.

Anne Giuntini es especialista en fórmula 1 del periódico L'Equipe.

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