EL PAÍS que viene

Hace unos meses que el supermercado al que acudía todas las semanas cambió la disposición de los expositores desde los que se ofrecían los productos que compraba. Aunque tenía dificultades para encontrar este o aquel producto, aguanté tres o cuatro semanas, al cabo de las cuales me decidí a cambiar de supermercado.

Soy fiel lector de EL PAIS (sin tilde) desde 1976 y, aunque no siempre me han gustado los cambios de estantería (clamoroso el de los editoriales sobre el Che de 1997 y 2007), no he encontrado nada mejor hasta la fecha. Sin embargo, voy a permitirme hacerle una relación de cosas que no me gustan en EL PAÍS de hoy, por si quisiera tenerlas en cuenta para EL PAÍS que viene:

No me gustan los artículos, ni las noticias, con el preservativo de lo políticamente correcto; tan sólo Vicent, Millás y Torres parecen hacerlo "a pelo". No me gustan los suplementos de moda ni, en términos generales, el suplemento dominical. No me gusta tener que comprar este suplemento aunque no quiera. Aplaudo que no den noticias de boxeo, pero ¿por qué sí de toros? No me gustan los anuncios de servicios de prostitución junto a páginas contra cualquier tipo de esclavitud. No me gusta, en fin, la excesiva tibieza con que han tratado temas como la memoria histórica, el banderazo de Rajoy o las alternativas a la Corona.