Lorenzo mastica la gloria
Tras una poderosa exhibición, el español está a las puertas de conseguir su segundo título consecutivo de 'dos y medio'
Se acabó el debate. Aquél que giraba en torno a si Jorge Lorenzo había vuelto a desencajarse en el momento más inoportuno, cuando le tocaba resolver una temporada muy bien encarada y mejor trabajada. Le ocurrió hace un año, cuando el español las pasó canutas para adjudicarse su primer título mundial de dos y medio. Lo consiguió en la última carrera gracias a que su compañero Alex Debón acudió a rescatarle justo a tiempo. Con el gatillazo que le sobrevino hace quince días en Japón -terminó undécimo a más de un minuto del ganador-, el recuerdo de la flojera que le sobrevino entonces tomó cuerpo. Sin embargo, los titubeos duraron poco, apenas una carrera. La réplica del campeón fue de traca en Phillip Island, donde se apuntó su novena victoria de la temporada, tal vez la más significativa tanto por su rotundidad como por lo que significa. Lorenzo ya ha ganado 17 carreras en 250cc, más que cualquier otro español. Una conquista que, por lo demás, le permite igualar el récord de victorias de un corredor de Aprilia a lo largo de una misma temporada y que le sitúa en el mismo plano que dos fenómenos de la magnitud de Valentino Rossi y de Max Biaggi.
Dovizioso, su único rival, viaja subido a una Honda que flaquea por todos los lados
Al balear le basta con clasificarse entre los once primeros en Sepang para ser campeón
El triunfo deja el Mundial visto para sentencia, con Lorenzo masticando la gloria del bicampeonato, sólo a la espera de que el próximo domingo, en Sepang (Malaisia), consiga clasificar su Aprilia entre las once primeras motos: le bastan cinco puntos. Sólo con que las cosas le vayan la mitad de bien que en Australia podrá cantar el alirón antes de salir a correr en Valencia en la última carrera del curso.
Aunque bien podría haber sido ayer. Si Lorenzo estuvo en todo momento en una esfera superior al resto, girando un segundo más rápido que sus rivales durante las diez primeras vueltas, Andrea Dovizioso, el único que podría ponerle en aprietos, coqueteó con el abismo durante toda la carrera. Para retrasar la fiesta del español, el italiano debía meter su Honda entre las cuatro primeras. Finalmente, entró tercero, aunque bien pudo ser sexto. Si se subió al podio -su décimo de la temporada- fue porque su pilotaje e inteligencia son muy superiores a los de la media. Embotellado en un tropel de motos -llegaron a ser seis- que perseguía al intratable Lorenzo, el corredor de Forli se las tuvo tiesas con todos.
Ocurre que, en una cilindrada en la que mandan las motos Aprilia, Dovizioso viaja subido a una Honda que flaquea por todos los lados. Muchos se preguntan: ¿qué pasa con Honda?, ¿no era la moto de referencia cuando Dani Pedrosa ganó el título consecutivamente en 2004 y 2005? Sí, y entre esa moto y la que Dovizioso conduce a día de hoy apenas hay diferencias. Ahí radica el problema. Mientras Aprilia entera está volcada en su departamento de carreras sin reparar en gastos a la hora de desarrollar piezas para sus motos, la fábrica japonesa hace tiempo que cerró el grifo a las máquinas de dos tiempos para desgracia de pilotos que, como Dovizioso, deben salir al asfalto y batirse en inferioridad de condiciones, con lo puesto. No obstante, de la boca del motociclista transalpino nunca ha salido una fresca que desprestigiara a la marca y Honda ha tomado buena nota de ello. Tanto es así que le ha ofrecido una de sus MotoGP con vistas a la temporada que viene. Allí se volverá a cruzar con Lorenzo, quien, para más saña, circulará subido a una Yamaha. Puede que entonces se igualen las fuerzas entre ambos. En el dos y medio no hay color entre uno y otro.
Con el balear disparado a más de 15 segundos (17ª vuelta), el interés lo centró la batalla por el podio y en saber en qué posición iba a cruzar la meta Dovizioso. Allí estaban Álvaro Bautista, que casi siempre se mantuvo segundo, el suizo Luthi y el japonés Aoyama. Y el italiano, una vez más, pudo con casi todos. Sólo se le escapó el talaverano, que en su primer año en la categoría ya se maneja divinamente. En el que viene será él quien tome las riendas de Aprilia. Deberá sudar de lo lindo si pretende igualar los números de su predecesor.
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