Un buen familiar con un traje sin gancho
Tiene las virtudes más importantes que necesita una berlina media para triunfar en Europa, pero se viste con una carrocería de imagen discreta e impersonal. El nuevo Laguna es un coche moderno con un interior sugerente, una gama de motores potentes y ecológicos, y un buen compromiso entre estabilidad, confort y disfrute en la conducción. Ofrece también un completo equipo de serie y precios ajustados, pero le falta poder de seducción para rematar su atractivo.
El Laguna representa la primera entrega del cambio de Renault, que va a renovar casi toda su gama a medio plazo para iniciar una nueva era. La berlina francesa refleja el esfuerzo por mejorar la calidad, pero repite las carencias estéticas que han penalizado a otros modelos de la marca. Así, ofrece casi todos los argumentos claves para triunfar, como una completa gama de motores turbodiésel; un comportamiento cómodo, eficaz y ecológico; un buen equipo de seguridad; un interior bien rematado, y unas tarifas competitivas. Pero este conjunto bien resuelto se viste con una carrocería sin gancho que eclipsa sus virtudes. En una categoría como la de las berlinas medias, dominada por modelos con estilo propio, como los VW Passat, Peugeot 407 y el nuevo Mondeo, prescindir de una estética sugerente resulta delicado.
Línea discreta y diseño funcional
En contra de las tendencias dominantes, el nuevo Laguna apuesta por la discreción, y muestra una imagen sencilla y funcional que pasa inadvertida. Esta berlina mantiene su peculiar línea, con un frontal largo y una zaga corta que integra un portón muy práctico en el uso familiar. Pero no tiene un rostro sugerente, y, salvo los grandes faros, tanto el capó como la toma de aire inferior y los parachoques forman un frontal inexpresivo. Con el lateral sucede lo mismo, aunque las aletas resaltadas realzan algo el carácter. Pero la zaga elevada y con los pilotos demasiado altos resulta particularmente sosa y recuerda a las berlinas coreanas de hace años.
El resultado es una imagen impersonal y poco atractiva que contrasta con la calidad del resto del coche: tanto los ajustes de las piezas de la carrocería como la reducción del peso entre 15 y 75 kilos, según la versión, o su exquisita aerodinámica (CX: 0.29) muestran un mimo por el detalle que lo sitúan entre las mejores berlinas.
El Laguna mide ahora 4,69 metros de largo (4,80 el familiar), pero tiene una altura limitada que no prima la habitabilidad. En cambio se ha mejorado mucho el diseño interior, que crea un ambiente más moderno, refinado y acogedor (ver recuadro página 19). Además, Renault ha primado el disfrute en la conducción adoptando unas suspensiones que combinan con acierto dinamismo y comodidad, y que junto a una insorización bien resuelta ayudan a ofrecer un buen confort en los viajes.
Una gama muy completa
El Laguna tendrá una de las gamas más completas, pero de momento se vende en carrocerías Berlina y Grand Tour o familiar con cuatro motores. Dos son de gasolina, 2.0 y 2.0 turbo (140 y 170 CV), y los otros dos, turbodiésel, un 1.5 dCi (110 CV) y el 2.0 dCi (150 CV). Montan cambios manuales de seis marchas, salvo el segundo, que equipa un automático secuencial también de seis. Y se ofrecen en cuatro acabados: Authentique, Expression, Dynamique y Privilege, todos bastante completos de serie. El primero incluye ya seis airbags, ABS, ESP, aire acondicionado, ordenador de viaje, control de velocidad, tarjeta de acceso, radio-CD, bluetooth, cuatro elevalunas eléctricos y una garantía de tres años o 150.000 kilómetros que marca la diferencia. Las tarifas son competitivas, y Renault anticipa el descuento de impuestos que tendrán en 2008 las versiones de bajas emisiones.
La oferta se completará en enero con el acabado superior Initiale y los motores 1.6 de gasolina y 2.0 dCi de 110 y 130 CV (20.850 y 22.972 euros). En abril llegarán las versiones GT con motores 2.0 turbo y 2.0 dCi (205 175 CV). Y en octubre se lanzará el Laguna Coupé y los motores V6, un 3.5 de gasolina y un nuevo 3.0 dCi.
Conclusión
El Laguna es un buen coche vestido con un traje anodino que no refleja su calidad y vanguardismo. Tiene una imagen que pasa inadvertida, pero ofrece un interior bien presentado, un maletero correcto y un comportamiento conseguido. Además incluye un buen equipo de seguridad y se vende a precios competitivos.
UN INTERIOR BIEN PRESENTADO
El diseño interior y en especial la zona del salpicadero suponen un salto de calidad frente al anterior Laguna. Destaca la consola central, muy moderna, liviana y con unos botones de tacto preciso que reflejan su calidad y están a la altura de las marcas de prestigio. La tarjeta de apertura, el botón de arranque y unos plásticos en dos tonos, más oscuros y blandos en la zona superior, rematan un conjunto bien resuelto. La habitabilidad, en cambio, no está tan conseguida. La limitada altura de la carrocería obliga a que los asientos vayan demasiado bajos, lo que impide llevar las piernas en la posición idónea. Y el espacio en la zona de las rodillas tampoco es generoso. Además, las butacas delanteras y la banqueta trasera tienen unas formas planas que no sujetan bien el cuerpo, aunque no resultan incómodas. Se echan también en falta más huecos, porque, salvo la guantera, que es enorme, apenas tiene un portagafas, bolsas pequeñas sólo en las puertas delanteras, un posavasos en el salpicadero, dos en el apoyabrazos trasero y poco más. Pero el maletero es correcto, se amplía abatiendo los respaldos y tiene un portón muy cómodo que facilita la carga. La zaga es el aspecto peor resuelto. La posición alta de los pilotos y el exceso de chapa crean una imagen sosa y pesada.
MEJOR EQUIPADO
El acabado básico Authentique del Laguna 1.5 dCi es más asequible que las versiones equivalentes de sus rivales, e incluye un equipo de serie algo superior, con detalles como ordenador de viaje, control de velocidad, elevalunas traseros eléctricos y conexión bluetooth, opcionales en casi todos sus competidores. La alternativa más asequible es el Vectra 1.9 CDTi, que cuesta casi 3.800 euros menos sin ordenador de viaje (345 euros), pero ofrece unas prestaciones mejores. Los demás tienen precios superiores. El Peugeot 407 es 600 euros más caro, aunque tiene un airbag más para las rodillas del conductor, climatizador y radio-CD con MP3. La diferencia con el Mondeo sube a 1.700 euros, y llega a 2.700 con el Passat. El Ford viene también con siete airbags, pero ninguno de los dos incluye el control de velocidad (450 y 360 euros).
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