_
_
_
_
CÁMARA OCULTA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los jurados se equivocan

Los premios en festivales dejan atónitos a algunos distribuidores españoles. "Van contra el público", comenta uno de ellos, "premian películas que la gente no va luego a ver", refiriéndose, entre otras, a la china Naturaleza muerta, que el año pasado venció por sorpresa en el festival de Venecia; a La boda de Tuya, también china, premiada este año en Berlín; a la rumana que ha ganado el último festival de Cannes; incluso a la china de Wayne Wang, primer premio este año en San Sebastián.

Aún sin estrenar en España la mayoría de estas estupendas películas, los pronósticos comerciales no parecen halagüeños, al decir de sus propios importadores. ¿Los jurados van realmente contra el público? ¿O es que sólo atraen las películas precedidas por lanzamientos convincentes?

Es un tópico que salvo excepciones se viene repitiendo festival tras festival: los jurados se equivocan. Hay críticos empeñados en encontrar alguna película mejor que la elegida por los jurados, y se arma la marimorena. En el último número de la revista Cahiers du Cinèma España se va más allá, y con cierta razón: los festivales españoles suelen elegir películas españolas institucionales, mientras que los festivales extranjeros rebuscan entre las creaciones de cineastas españoles que se sitúan fuera del "provincianismo estético" reinante: "La verdadera subvención estética siempre se ha movido en los márgenes". Pero si a los jurados se les ocurriera premiar las películas que "huyen del anquilosamiento", aparecerá algún distribuidor opinando que lo hacen en contra del público. ¿Pero cuántas películas se hubieran quedado en el anonimato de no ser por los festivales y sus premios?

Viene esto a cuento de un estupendo libro de Asier Aranzubia Cob, publicado por Filmoteca España, que reivindica la obra de un cineasta singular, Carlos Serrano de Osma (1916-1984), que en plenos años cuarenta se empeñó en hacer un cine de vanguardia que chocaba con exhibidores, censores y críticos. A citar, entre otras, aquella rareza telúrica con Lola Flores y Manolo Caracol, Embrujo, monumento a lo estéticamente incorrecto o descabellado, y hoy joya de coleccionistas. Nunca le dieron a Serrano de Osma premios en festivales, aunque estuvo en Cannes con Parsifal, codirigida con Daniel Mangrané, y su extraña obra no interesó a los espectadores del momento. Al cabo de los años, sin embargo, se ha convertido en una referencia cultural. ¿Hubiera cambiado su vida de haber sido premiado en algún festival?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_