El coraje de un periodista editor
Llegó al colegio cuando el curso ya estaba empezado. En el patio abierto a la Alhambra, los veteranos liaban sus primeros pitillos Caldo de Gallina. Uno de ellos, quizá el más fuerte, quiso tomarle el pelo. Cosa de chavales. Nada serio. Juan de Dios Mellado, menudo, al que desde entonces se le conocería como El chato, plantó cara a aquel alpujarreño fortachón. Desde ese día, soy su amigo.
Pero no me ciega la pasión. Ahí está su última obra: Andalucía metida en 15 tomos de una enciclopedia. Más de 7.000 páginas. 27.000 entradas. Casi cuatro años de trabajo.
Mellado ha hecho algo que ninguna gran editorial tuvo el valor siquiera de imaginar. Ha sido así siempre, desde que a los 18 años se largó a Barcelona a estudiar Filosofía y se pagaba los estudios limpiando cristales. Quería comerse el mundo. Y desde luego le ha dado algunos mordiscos.
Periodista todo terreno, insobornable, antifranquista, conoció los calabozos de la Dirección General de Seguridad en los sesenta. Luego se sumó a las aventuras periodísticas más arriesgadas: Cambio 16, Diario 16. Algunas le dejaron heridas y deudas. Hipotecó sus bienes, pero no su conciencia. Para pagar la nómina que empresarios desalmados no abonaban. Peleó contra Gil. El primer periodista que se atrevió a hacerlo cuando otros muchos lo adulaban y perdió en los tribunales. Así de injusta es la ley.
Ahora se dedica a recuperar nuestra memoria. Ha editado una monumental historia de la transición en Andalucía. Y ahora culmina esta Enciclopedia que no le proporcionará fortuna, pero que desde luego le reserva un merecido hueco de honor en sus páginas.
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