EE UU vincula al embajador iraní en Bagdad con los grupos armados
Petraeus dice que el diplomático es de los Guardianes de la Revolución
El jefe militar de EE UU en Irak, general David Petraeus, contribuyó ayer a la construcción del caso de Irán (búsqueda de razones para atacar) al acusar al régimen de Teherán de exportar la violencia a Irak y a su embajador en Bagdad, Hasan Kazemi-Qomi, de ser miembro de los Guardianes de la Revolución, fuerza de élite iraní que la Casa Blanca considera una organización terrorista que entrena y arma a las milicias chiíes iraquíes.
"Son responsables del suministro de armas, del entrenamiento, la financiación y, en algunos casos, de la dirección de operaciones en las que han muerto soldados estadounidenses", aseguró ayer el general Petraeus a un grupo de periodistas en una base situada a 30 kilómetros de la frontera con Irán.
El Gobierno iraní, a través del portavoz del Ministerio de Exteriores, Mohamad Alí Hoseini, calificó "los comentarios" del general Petraeus de "carentes de base".
No es la primera vez que Estados Unidos vincula a Irán -con el que está enfrentado por un programa nuclear que Washington considera militar- con los atentados contra sus tropas. El presidente George W. Bush dijo en agosto que en los atentados se emplean explosivos procedentes de Irán, y que había pedido a sus comandantes que "se enfrentaran a las actividades criminales de Irán".
Desde entonces, los militares estadounidenses en Irak no han dejado de presentar a la prensa lo que llaman evidencias de la presencia de armas sofisticadas y explosivos de alto poder destructor made in Irán. La semana pasada, el Ejército estadounidense informó de la muerte de 25 insurgentes en una operación contra redes iraníes de contrabando de armas. Fuentes iraquíes indicaron que esos mismos muertos eran civiles.
Cruce de acusaciones
La novedad en la declaración de Petraeus es su acusación contra Kazemi-Qomi. "El embajador [de Irán en Bagdad] es un miembro de los Guardianes de la Revolución". El militar estadounidense no ofreció pruebas ni explicó el origen de su información y dio a entender que el embajador no era un objetivo de Estados Unidos debido a su condición de diplomático.
Kazemi-Qomi se ha reunido dos veces este año con su homólogo estadounidense en Bagdad, Ryan Crocker. Aunque el objetivo de los encuentros era buscar fórmulas para estabilizar Irak, han derivado en cruces de acusaciones.
Petraeus también sugirió la existencia de un sello iraní en el asesinato de dos gobernadores chiíes en agosto; ambos resultaron muertos en sendas explosiones con bombas colocadas en la carretera.
Los comentarios del general se producen un día después de que los líderes espirituales de los dos grandes movimientos chiíes, Abdulaziz al Hakim, del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak, y Múqtada al Sáder, del Ejército del Mahdi, llegaran a un acuerdo para poner fin a la lucha entre ambos (los atentados podían formar parte de esa pelea). Ambos poseen milicias y purgan por la hegemonía en el campo chií.
El primer ministro de Irak, Nuri al Maliki, chií del partido islamista Dawa, celebró ayer ese acuerdo. "Llega un buen momento, cuando el pueblo iraquí se enfrenta a los terroristas y los takfiris" (extremitas suníes), dijo el primer ministro.
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