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Un irónico banquete de petróleo

Debates y acciones críticas rematan la Semana de la Arquitectura

Vestidos de negro y antifaz, varios jóvenes, en el papel de agentes de transparencia, salen de una gigante O, de la palabra Oil (petróleo), con bandejas llenas de chipirones en su tinta. Unos 200 estudiantes de arquitectura, con un cubata en la mano, se abalanzan sobre ellos. "¡A comer un litro de petróleo por la patilla!", se oye decir al presentador mientras una banda de funk rabioso ameniza el banquete. Es la divertida e inusual conferencia-espectáculo, que el arquitecto madrileño Andrés Jaque, de 35 años, organizó anoche en el patio de la Escuela de Arquitectos de Madrid. Jaque, propulsor de la arquitectura ecológica, quiso dejar constancia de cuánta energía se necesita para producir los alimentos que ponemos en nuestras mesas.

Su tesis es que en cinco kilos de aceitunas se gasta un litro de petróleo (cultivo, producción, transporte...). Lo mismo que se consume en 600 gramos de chipirones o 900 gramos de morcilla. "A esto lo llamamos un catering político", dice Jaque.

Andrés, capaz de diseñar un restaurante en el barrio de Malasaña al mismo tiempo que una casa sacerdotal en Plasencia, lo explica desde el lateral del escenario. "Los arquitectos también somos responsables de obtener una mayor eficacia energética", dice. "No estamos todo el día encerrados haciendo planos".

El organizador de la cena petrolífera, Andrés Jaque, director de la Oficina de Innovación Política (www.oficinadeinnovacionpolitica.blogspot.com/) ya había dejado por la mañana constancia de su filosofía de arquitectura social durante un debate celebrado en el Matadero. Organizado por la Universidad Europea de Madrid, pretendía ser el arranque de un laboratorio donde profesionales y estudiantes de arquitectura ofrezcan ideas al municipio. "Hay que pasar de la ciudad de los trofeos construidos a la ciudad del escenario colectivo", planteó Jaque.

En el mismo campo de debate sobre las grandes operaciones urbanísticas y los iconos arquitectónicos, el sociólogo y arquitecto José María Ezquiaga señaló que "Madrid es un archipiélago metropolitano. Vivimos un proceso de crecimiento insular, donde surgen microciudades dentro de una misma urbe". Esas islas, que brotan en la periferia y entre las carreteras de circunvalación, crean "un modelo de ensimismamiento", como en El Show de Truman.

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