El dolor de existir

Hace 10 años, el turco afincado en Italia Ferzan Ozpetek obtuvo un gran éxito en los cines de versión original con la sobrevalorada pero ciertamente osada Hamam, el baño turco. Tres de sus cuatro cintas siguientes llegaron también a España (El último harén, El hada ignorante y La ventana de enfrente), pero desde aquel prometedor debut, el nivel iba en descenso. Sin embargo, en su sexto trabajo, No basta una vida, Ozpetek ha alcanzado una notable madurez narrativa y una gran naturalidad expositiva.

Con una galería de tipos más basada en la cercanía que en el tópico, Ozpetek cuenta la historia de una pandilla de treintañeros, donde heterosexualidad y homosexualidad vienen a ser cuestiones colaterales pero nunca primordiales, donde el ambiente de las cenas, conversaciones, silencios, confesiones y rencores está muy bien retratado, así como la relación de uno de los gays con el siempre problemático núcleo exterior (el padre dolido por la condición de su hijo). Además, por tercera película consecutiva (tras Cuando naces ya no puedes esconderte y Líbero), resulta llamativa la condición clásica de su guión y el terrible giro dramático del minuto 25, del que sería deseable guardar un estruendoso silencio.