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Reportaje:

El camino hacia la recolocación

La Junta inicia las entrevistas para ubicar a los ex trabajadores de Delhi en otras empresas

"Yo en inglés sólo sé decir yes, pero estoy dispuesto a aprender todo lo que me digan con tal de volver a trabajar". Fernando Bazán tiene 49 años y llevaba 18 empleados en la ya extinta empresa de automoción Delphi en Puerto Real (Cádiz). Ayer fue uno de los primeros en acudir a las entrevistas previas a los cursos formativos que ha organizado en Jerez la Consejería de Empleo para recolocar en las nuevas empresas que se instalen en la Bahía gaditana a un total 1.767 antiguos empleados, entre fijos, eventuales y ex trabajadores de la empresa auxiliar.

A la espera de que se inicien a mediados de noviembre los seminarios de formación, que incluyen en una primera fase el aprendizaje de idiomas, nuevas tecnologías, sensibilización medioambiental y técnicas de prevención de riesgos laborales, personal del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) entrevistaba ayer a los primeros 15 desocupados para elaborar su perfil y el Itinerario Personalizado de Inserción (IPI).

Minutos antes de empezar el programa previsto, algunos rememoraban su pasado en Delphi y relataban el día a día desde el cierre de la factoría. "Yo era carretillero y operario de línea en la empresa", apuntaba Bazán. "Tengo todas las esperanzas en conseguir un empleo. Si no, las vamos a pasar canutas. ¿Quién me va a contratar con 49 años y 20 de ellos trabajando en una fábrica?", se preguntaba. "No queremos dinero. Necesitamos trabajar ya", comentaba otro compañero de fila, Salvador Carmona, quien tras 20 años levantándose para ir a Delphi, asegura que tres meses después del cerrojazo sigue teniendo "pesadillas". "El parón está siendo tremendo y necesito liberar el coco. El aspecto psicológico es lo que peor llevo", aseguraba.

Desde que Delphi cerró sus puertas y despidió a la totalidad de la plantilla, algunos organizan sus tiempos muertos con más ánimo que otros. "En este tiempo he querido a toda costa recuperar mi rutina de levantarme a las seis de la mañana y volver a las cuatro de la tarde de la planta. Es muy amargante no tener qué hacer. La vida se te hace más complicada", añadía Miguel Ángel López, quien ejercía hasta julio y tras casi 25 años en la empresa, de supervisor de fabricación. Se interrumpe la charla. Los técnicos del SAE llaman a Fernando, Salvador, Jorge y Miguel Ángel.

Durante unos 30 minutos les explican las tres fases que incluyen los cursos. La última, fijada para el mes de mayo, contempla formación demandada por las empresas en las que serán recolocados. Los orientadores les reparten un libreto con las materias a aprender, entre otras, "conocimientos genéricos del sector industrial, inglés técnico, electricidad, electrónica, mecánica, energías renovables o automoción industrial". Finaliza la esperada jornada y aunque unos se despiden más animados que otros, la mayoría afirma, con ciertas reservas, que empieza a ver "algo de luz en el camino".

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