"A Kazantzakis le atraía el sentimiento trágico de los españoles"
Olga Omatos (San Sebastián, 1936) hasta hace poco profesora de griego en la UPV y traductora de Nikos Kazantzakis, autor de Zorba el griego y La última tentación de Cristo, participa este fin de semana en Heraklion (Creta) en un congreso dedicado a la obra del escritor, con motivo del cincuenta aniversario de su muerte. Omatos, presidenta de la Sociedad Hispánica de Estudios Neohelénicos, presentará una ponencia que lleva por título Kazantzakis y El Greco.
Pregunta. Kazantzakis utilizaba los mitos antiguos como parte esencial en algunas obras.
Respuesta. Sí, sobre todo en su teatro. Odiseo, Prometeo, Heracles, y Kuros (Teseo) son algunos de los títulos de sus tragedias en las que recrea mitos antiguos.
"Fue un rebelde en lucha contra los hombres, la vida, el mundo y Dios"
P. ¿Qué pretendió con los 33.000 versos de su Odisea? ¿Emular a Homero? ¿Homenajearlo?
R. Ulises es uno de los personajes que iluminaron su vida, en palabras del propio Kazantzakis, junto a otros como Cristo, Buda, Lenin o Nietzsche. La Odisea es la obra magna poética en la que Kazantzakis se vació durante quince años, y que se suele equipar al Ulises de Joyce. Es una recreación de la obra de Homero, pero en la que trata de reflejar el alma del hombre actual, errante, solo, fracasado, a través de mares y continentes hasta llegar a la nada.
P. En cuanto a la lengua que escribe, ¿qué relación tiene con el griego clásico?
R. Sería largo de explicar el proceso que se ha dado en llamar la cuestión lingüística en Grecia. Simplificando mucho, diríamos que a lo largo de los siglos de evolución del griego se fue produciendo un gran desfase entre la lengua escrita, más cercana al griego clásico, y la lengua hablada llamada dimoitikí. Kazantzakis es un gran amante y defensor de la dimotikí, la que se habla actualmente, y esa es la lengua en la que escribe; como por otro lado todos los escritores de los últimos siglos, aunque con ciertas particularidades que dificultan un poco su lectura.
P. ¿Hay algo de autorretrato en su personaje Alexis Zorba, el griego?
R. De las dos figuras en las que se centra la obra, el personaje del escritor podría acercarse a la personalidad de Kazantzakis y el de Zorba quizá representaría el contraste, la personalidad que él admira y envidia, en cierto modo.
P. ¿Existe gran afinidad entre Kazantzakis y El Greco?
R. Kazantzakis se siente identificado con su antepasado en varios aspectos: es un cretense como él, es un rebelde como él, es un incomprendido como él, su arte refleja esa religiosidad y misticismo que Kazantzakis refleja en sus obras, y es un desterrado que muere en tierra extraña como él. A El Greco dedica su último libro, en el que confiesa a su antepasado sus luchas, sus esperanzas, sus fracasos.
P. ¿Tiene algo que ver su escritura con el mundo poético de Cavafis y Seferis?
R. Su poesía tiene una vertiente filosófica, metafísica, mística que le aleja, en mi opinión, de los otros dos.
P. ¿El haber estudiado con Bergson en París le marcó?
R. Hay otras influencias más claras y permanentes, como la de Nietzsche o Buda.
P. ¿Viajó constantemente, porque quería ser otro?
R. Dejó escrito que uno de los mayores placeres de su vida fueron los viajes: En un pasaje leemos: "los viajes y mis autoconfesiones (la creación no es sino la forma más elevada y más exacta de la autoconfesión) han sido en esta vida mis dos mayores alegrías". En realidad, todos sus viajes, supusieron para él algún tipo de crisis interna.
P. ¿Cuál es el motivo de su fascinación por España?
R. Kazantzakis estuvo cuatro veces en nuestro país, dos como corresponsal de un periódico. En su segundo viaje, intentó quedarse a vivir en España. Le gustaba el carácter, el sentimiento trágico de los españoles, decía que se sentía entre hermanos, como en su propia tierra. Conocía profundamente la literatura española y sentía una gran admiración por la figura de Don Quijote al que introduce en algunas de su obras.
P. ¿Con qué escritor español lo identificaría, si fuera identificable?
R. Se le ha puesto en paralelo con Unamuno, por su rebeldía y, sobre todo por su búsqueda de Dios.
P. ¿Cuánto de convulsivo apasionamiento hay en su prosa y cuánto de ternura?
R. El libro más lleno de ternura es su última obra, esa especie de autobiografía en su conversación con El Greco.
P. ¿Kazantzakis fue tan rebelde como denotan sus escritos?
R. Es un rebelde en lucha contra los hombres, la vida, el mundo y Dios.
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