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Reportaje:Dos citas con la cultura iraní actual en Barcelona

"Hago fotografía para el futuro, no para el presente"

La Fundación Tàpies presenta la primera antológica de Bahman Jalali, uno de los principales documentalistas de Irán

"En la historia de cualquier país hay épocas mejores y peores. Como fotógrafo, mi misión es estar allí y documentar lo que hay, el futuro decidirá". Lo afirma Bahman Jalali (Teherán, 1944), el principal representante de la fotografía documental contemporánea iraní, que ha estado estos días en Barcelona para la presentación de la impresionante exposición que le dedica la Fundación Tàpies hasta el 9 de diciembre.

La exhibición -"su primera antológica dentro y fuera de Irán", según señaló la comisaria, Catherine David- recoge todas las etapas de la trayectoria de Jalali, a través de unas 150 imágenes, repartidas en siete series temáticas, más dos diaporamas, que relatan dos de los momentos más duros de la historia reciente de Irán: Días de sangre, días de fuego, sobre la revolución contra el Sha y la instauración de la República Islámica, y Khorramshahr. La ciudad que fue destruida (1981), sobre la guerra con Irak.

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"Nunca me interesó hacer trabajos periodísticos, estar detrás de la noticia. Mi objetivo no era publicar mis fotos, sino hacerlas y conservarlas. Hago fotografía para el futuro, no para el presente", explica Jalali, quien sólo habla persa y se explica a través de la traducción al inglés que hace su mujer, Rana Javadi, también fotógrafa y colaboradora suya en varios proyectos, empezando por Días de sangre, días de fuego.

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"Antes de la revolución no había mucho que fotografiar, pero cuando empezó la revuelta popular todos salimos a la calle", recuerda el fotógrafo, que captó todas las instantáneas de esta serie durante los 64 días de la rebelión, hasta la caída del sha Reza Pahlevi el 11 de febrero de 1979 y el regreso del ayatolá Jomeini. Son imágenes duras, pero nada comparadas con las de Khorramshahr, nombre de una población del sur de Irán que sufrió la ocupación iraquí durante casi dos años. En su calidad de testigo, Jalali retrata el horror y los múltiples rostros de la muerte y la destrucción, sin ánimo de propaganda ni intereses económicos o morbosos disfrazados de compasión y humanismo.

El blanco y negro de la película, junto con el polvo del desierto y los derrumbes, otorga a las imágenes una intemporalidad que las convierte en emblemas de todos aquellos conflictos cuya memoria se intenta borrar. "Prácticamente no hay testimonios gráficos de las guerras de Afganistán e Irak porque los Estados Unidos no permiten su publicación, pero en el caso del conflicto entre Irak e Irán, ni siquiera había corresponsales internacionales. Fue especialmente cruel, no sólo porque duró ocho años y causó miles de muertos, mutilados y desplazados, sino porque no interesaba a nadie. Aunque trabajé tres meses en una agencia, yo no quería ser fotorreportero, sino responder a mis propias preguntas sobre la guerra", indica Jalali.

A pesar de que afirma: "Después de la guerra ya no había nada que fotografiar, así que volví a enseñar en la universidad", su gran oficio de documentalista se aprecia en las series dedicadas a la ciudad portuaria de Bushehr, los pescadores y la arquitectura del desierto, sutil, refinada e ingeniosa, capaz de fundirse con la naturaleza y de tomar ventaja de las inclemencias del clima.

En su incansable labor para preservar el patrimonio fotográfico de Irán, Jalali y Javadi recopilaron centenares de imágenes, empezando por las del archivo de Naser ad-Din, gran apasionado del medio y sha de Persia a finales del siglo XIX. Estas láminas antiguas, con las que fundaron el Museo de la Fotografía de Teherán en 1995, son las mismas que Jalali utilizó para los fotomontajes de las series Imágenes de la imaginación. En ellos se aprecia la voluntad de preservar la memoria, que se refleja incluso en los trabajos de encargo, como El libro de Irán, una publicación en la que trabajó durante 12 años, que el Ministerio de Cultura regala a los visitantes oficiales.

Aunque no está conforme con todas las opiniones de Mahmud Ahmadineyad, el actual presidente, Jalali está convencido de que "el proceso hacia la democracia es largo, complejo y duro, pero cada país debe llevarlo a cabo solo, con sus tiempos y sus formas, sin ser forzado". "Estados Unidos está demonizando no sólo a Ahmadineyad, sino a toda la sociedad islámica. Han convertido el mundo en un lugar inseguro y han sembrado la guerra por doquier", afirma, y enlazando sus palabras, su mujer, Rava Javadi, concluye: "Hacía falta alguien que plantara cara a Bush".

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