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Reportaje:PERÚ EN LIBER

Literatura peruana en proyección

Hace un tiempo, en alguna de las innumerables mesas redondas sobre literatura peruana en las que he participado, uno de mis colegas declaró: "Antes de preguntarme qué es la literatura peruana, deberíamos preguntarnos qué es un peruano". No pudo ser más preciso. A partir de esa pregunta concreta cualquier opinión resultó vaga, indirecta, dubitativa, abstracta.

Los escritores somos -o deberíamos serlo- malos para las definiciones. Tenemos que estar siempre dispuestos a escaparnos de ellas. Por el contrario, los veloces periodistas, los historiadores prematuros, los constreñidos críticos literarios y algunos escritores maquiavélicos, son astutos para clasificar y dividir. Por ello, la primera misión de un escritor es escapar de las etiquetas y, por tanto, de las dicotomías en las que pretenden estacionarlos: literatura pura o social, regional o cosmopolita, estética o comprometida, andina o criolla, da lo mismo. Hay también algunas de última moda: lights o densos, mediáticos o profundos, hegemónicos o excluidos, vitalistas o metaliterarios. Sólo aquellos autores que aceptan simplificarse pueden encajar en el molde.

En los años setenta intentaron

imponer una idea literaria absolutista, donde el compromiso literario y la postura ideológica de izquierda era una obligación. En aquella década se creía en la existencia de un canon literario nacional y todos querían afiliarse a él. En narrativa la exigencia era por el realismo social y costumbrista; en poesía, el coloquialismo y las referencias callejeras. Se buscaba la Novela que lograse retratar a la sociedad, explicar el origen de la violencia, retratar las divisiones sociales, económicas, culturales, etcétera. Esa novela no se hizo. Alguna vez, cuando le preguntaron a la escritora chilena Diamela Eltit por qué nadie ha escrito la Novela sobre la dictadura. Ella contestó que, de existir, esa novela sería una dictadura. Así, en el Perú de los años setenta, los comisarios literarios de entonces habían cambiado la ambición de la novela total por la novela totalitaria.

Una década más tarde, aquellas imposiciones fueron cediendo. Los escritores empezaron a respetar más su individualidad, a introducirse en asuntos domésticos, privados, con el mismo interés que los colectivos. La introspección da pie a una variedad de técnicas y estilos, tanto en poesía como en narrativa, que subvierte el canon nacional y más bien empieza a explorar lo excéntrico, lo no canónico, la ruptura de las dicotomías. No es gratuito que convivan escritores de autoficción con un interés cada vez más grande en ficcionar la violencia política de las décadas pasadas. Y que los géneros más canónicos se vean fortalecidos por la aparición de novelas policiales, de ciencia-ficción e incluso novelas que se proyectan a un futuro apocalíptico. En poesía, los poemas de la experiencia conviven con obras herméticas. Los escritores peruanos entienden que escribir sobre mundos interiores no excluye la experiencia colectiva. Y que el asumir el mundo globalizado no niega las experiencias más concretas y regionales sino que, al contrario, se refuerza la tensión como en la mejor literatura contemporánea.

¿Cuál es el rumbo de la literatura peruana actual? Habría que decir que el desconcierto, pero queda mejor decir que la pluralidad. Muchos temas, diversos estilos, pocas reglas. La pluralidad y la dispersión no es una respuesta, como podría creerse, a la falta de ambiciones o al descreimiento, sino a la movilidad del canon literario. Si no se toman en cuenta las variantes perdemos el sentido global. Cuando hablamos de "literatura realista", por ejemplo: ¿es Alonso Cueto en La hora azul realista del mismo modo como lo es Enrique Prochazka (Casa), Carmen Ollé (Retrato de mujer sin familia ante una copa), Santiago Roncagliolo (Abril rojo) o Edgardo Rivera Martínez (País de Jauja)? ¿Puede calificarse la obra de Mario Bellatín (El Gran Vidrio) como fantástica, o la de Peter Elmore (El fondo de las aguas) como policial? Del mismo modo, en poesía la palabra "vanguardia" resulta insuficiente para entender conceptos poéticos tan insulares como el de Jorge Eduardo Eielson o Carlos Germán Belli, por poner dos ejemplos. ¿Son los nudos verbales de Eielson vanguardistas como lo son las sextinas de Belli?

Es lo de siempre. Durante déca

das cualquier concepto de literatura nacional ha resultado pronto obsoleto porque, en lugar de hacer hincapié en la diversidad, buscan simplificar en trazos y esquemas algo que siempre se les escapa de las manos. Frente a las dicotomías y las divisiones doctrinarias, las obras más interesantes que han aparecido en Perú (y añadiría en Hispanoamérica) son las que han logrado unir los dos ángulos. Obras de ciencia-ficción con contenido social, poemas vanguardistas con métrica perfecta. Lo que era difícil digerir en los años setenta, resulta muy simple y hasta obvio en los poetas y narradores más jóvenes, aquellos que a duras penas pasan los 30 años (por ejemplo, narradores como Daniel Alarcón, Luis Hernán Castañeda, Johann Page, Edwin Chávez, Carlos Yushinito o Ezio Neyra; poetas como José Carlos Irigoyen, José Miguel Herbozo, Cecilia Podestá o Diego Lazarte). Escapar de los moldes, buscar sus propios antecedentes, mezclar géneros, desconfiar de los conceptos más inmediatos de nacionalidad y no aspirar a la "consagración" dentro de un canon unidireccional es lo suyo. O debería serlo. De lo contrario, la literatura peruana seguirá siendo una lista de nombres y títulos de interés nacional que sirve para solventar la canasta básica familiar de profesores y críticos literarios, y una lista alternativa de escritores excéntricos donde los lectores encuentran respuestas o mejor aún, muchísimas preguntas.

Iván Thays (Lima 1976) es autor del libro de cuentos Las fotografías de Frances Farmer y de novelas como La disciplina de la vanidad.

LIBER 2007

País invitado: Perú.

Lugar: recinto de Montjuïc, Barcelona.

Expositores: 700.

Países: 50.

Profesionales: 9.000 entre autores, editores, bibliotecarios, agentes, distribuidores y periodistas.

Editoriales peruanas: 30.

Actividades culturales: conferencias de los autores peruanos, ciclo de cine y una exposición fotográfica.

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