Invitado no grato
Le invitaron a hablar en la Universidad de Columbia, en Nueva York, pero el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, no sólo desaprovechó la ocasión sino que probablemente, como ayer en la tribuna de la Asamblea General de Naciones Unidas, se granjeó más antipatías por parte del público americano. Claro que su anfitrión, Lee Bollinger, presidente de dicha universidad, para compensar las críticas, le presentó como un "dictador mezquino y cruel", algo poco coherente con haberle invitado. Parece también un error no haberle dejado al iraní depositar unas flores en la Zona Cero de Nueva York en respeto ante los atentados del 11-S, que calificó de "evento trágico" y en los que Irán nada tuvo que ver.
Poco de sorprendente hubo en las palabras del líder de Teherán. Negó que su país ambicionara el arma nuclear, y volvió a considerar el Holocausto como una teoría y no como un hecho. Pero lo que despertó hilaridad es que, preguntado sobre la ilegalidad de la homosexualidad, afirmó que ésta, que allí es un delito punible con la pena de muerte, no se daba en Irán.
Ahmadineyad se ha convertido en la personificación del mal para el discurso público de la Administración de Bush, que le da a los tambores de guerra contra Teherán, con el repique y la ayuda de Sarkozy. Sin embargo, Ahmadineyad resultó elegido en 2005 presidente en unos comicios que no cabe calificar exactamente de democráticos pero sí plurales, para sorpresa de la Administración americana. Quien manda realmente en Irán y toma las grandes decisiones sobre el programa nuclear y la política exterior iraní no es Ahmadineyad, sino el gran ayatolá Alí Jamenei, que ni da la cara ni se presenta a elecciones.
Ahmadineyad puede parecer un fantoche para muchos occidentales, pero su postura radicalmente antiamericana tiene numerosos seguidores en el mundo, como debería verse tras su encuentro el miércoles en Caracas con Hugo Chávez, con quien comparte esta visión y que finalmente no viajará este año a Nueva York. Y si Irán es hoy más importante que seis años atrás y Ahmadineyad puede sacar pecho es por los errores de sus aliados, como han sido la invasión de Irak o la guerra entre Israel y Hezbolá en Líbano.
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