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Europa aumenta la presión sobre la junta birmana

La comunidad internacional, y con ella la Unión Europea, reaccionó ayer al unísono para pedir contención a la Junta birmana y advertirle que los ojos del mundo estaban puestos sobre lo que ocurre en Yangon. Frente a un llamamiento generalizado a los militares para que conviertan la crisis en una oportunidad de normalización política, el Reino Unido reclamó más sanciones económicas europeas contra el régimen.

La UE expresó su "solidaridad y admiración con los valerosos monjes, monjas y otros ciudadanos que ejercen su derecho a manifestarse pacíficamente". Javier Solana, coordinador de la política exterior comunitaria, recordó que la Unión siempre ha instado a que se avance en el proceso político birmano y pidió "que el régimen use esta oportunidad para poner en marcha un proceso de auténtica reforma política". Sabedor del alto riesgo que corren los manifestantes, Solana instó a las autoridades "a ejercer la máxima cautela ante las manifestaciones".

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Ni Solana ni Benita Ferrero-Waldner, que desde la Comisión Europea secundó sus palabras, fueron tan lejos como Gordon Brown. Desde el congreso de los laboristas en Bournemouth, el primer ministro británico se dirigió a la presidencia portuguesa de la Unión para prometer su firme apoyo al endurecimiento de las sanciones contra Myanmar si los generales sobreactúan. En Bruselas, un portavoz de la Comisión indicó que todavía era pronto para considerar represalias.

Brown, firme creyente en la idea de que "ninguna injusticia puede durar eternamente", ha pedido al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que coordine una acción internacional que disuada a la Junta de Myanmar de recurrir a la fuerza. El arzobispo surafricano Desmond Tutu elogió ayer "el valor del pueblo de Birmania" y abogó por una solución política.

Para la Junta, sin embargo, lo que más importa son las palabras de sus aliados, que han estado lejos de ser satisfactorias. Desde Tailandia, que en enero asume la presidencia de la Asociación de Países del Sureste Asiático, un escudo que en el pasado ha protegido a los militares birmanos, se expresó la esperanza de que haya "algún tipo de cambio" en el país.

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China, el gran aliado político y económico de Yangon, insistió en que su política es la de la no injerencia. No obstante, Pekín ha realizado recientemente gestiones en favor de las reformas en el país vecino y ayer se recordaba cómo, este mes, un destacado diplomático de Pekín decía, según la agencia Xinhua, que "China desea de corazón que Myanmar lance un proceso democratizador apropiado para el país".

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