Cuando un iraní salva a una judía
Una telenovela de la República Islámica da una visión inesperada del drama del Holocausto
Habib Barza, un apuesto estudiante iraní, se enamora de una judía francesa y le ayuda a escapar de los campos de concentración nazis: ésta es la trama de una telenovela iraní de enorme éxito, Madaare Sefr Dajareh (Meridiano Cero). Pero, ¿el presidente de Irán no negaba el Holocausto? Muchos de sus conciudadanos se pegan los lunes por la noche al televisor para seguir las peripecias de ese amor imposible cuyo trasfondo parece contradecir la política oficial de Irán.
Resulta cuando menos curioso que la televisión iraní se ocupe ahora del drama de los judíos europeos durante la II Guerra Mundial. Hace dos años, recién elegido presidente, Mahmud Ahmadineyad provocó un escándalo internacional al calificar el Holocausto de "mito". Pocos meses después, añadiendo sal a la herida, organizó un controvertido congreso sobre el tema, al que acudieron la flor y nata del negacionismo mundial.
Sin embargo, Irán es el único país musulmán de Oriente Próximo en el que sigue existiendo una comunidad judía significativa, con 25.000 miembros. La telenovela ha enganchado a los hebreos iraníes. "No me lo pierdo ningún lunes", ha declarado Morris Motamed, el diputado de esa confesión. "Y lo mismo hacen todos los judíos que conozco".
En los 23 capítulos ya emitidos de esta coproducción irano-húngara, el protagonista ha logrado que un diplomático iraní le proporcione pasaportes falsos para su enamorada y su familia. La trama, que recuerda a La lista de Schindler, se basa en un hecho histórico. A mediados de los años cuarenta, el encargado de negocios de la Embajada iraní en París, Abdol Husein Sardari, salvó a un millar de judíos europeos facilitándoles pasaportes iraníes.
Algunos observadores han querido ver en la serie -la más cara de la historia de la televisión iraní- un intento de borrar la imagen antisemita del Gobierno. Dado el control que el régimen islámico ejerce sobre los medios de comunicación, y especialmente los audiovisuales (de propiedad estatal), la telenovela podría interpretarse como un intento de dejar claro que la actitud del régimen ante el judaísmo no tiene nada que ver con su oposición al Estado de Israel. De hecho, desde el principio se deja claro el antisionismo de la protagonista. Además, la idea de las deportaciones y de los campos de concentración sólo aparece de forma implícita, con lo que se evita contradecir al presidente de Irán.
La existencia de un mensaje subliminal no parece preocupar demasiado a la mayoría de los seguidores de la novela. Los consultados por este periódico destacan la calidad de la ambientación y el vestuario, a años luz de las habituales series locales en las que el guardarropa tiene que ceñirse a las estrictas normas de la república islámica.
"Las actrices extranjeras salen con el pelo al aire", resalta una profesora de que suele verla. Toda una novedad: en los filmes extranjeros que emite, la televisión nacional censura siempre las piernas y los escotes de las mujeres. Las escenas de besos y abrazos se cortan sin contemplaciones. Meridiano Cero no sólo ha roto el tabú del Holocausto: en una concesión al romanticismo sin precedentes, Barza, el protagonista, acaricia la mano de su enamorada. Y esto ante una audiencia educada para evitar cualquier contacto físico público entre personas de distinto sexo.
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