_
_
_
_
Reportaje:

Horcas en el sur de EE UU

El juicio de los seis menores negros que apalearon a un compañero de clase blanco desata los fantasmas racistas en Luisiana

Yolanda Monge

En septiembre de 2007 hay hechos que retrotraen a la década de los sesenta. Como una camioneta en un pueblo del sur de EE UU de cuyo maletero cuelgan dos sogas con el nudo propio de la horca. Sucedió el jueves por la noche en Alexandria (Luisiana). A menos de una hora en coche de Jena, la pequeña localidad de 3.000 habitantes donde anteayer se manifestaron más de 20.000 personas para pedir la absolución de los seis menores negros juzgados por apalear a un compañero de clase, blanco, el pasado mes de diciembre.

Se sabe que el conductor de la camioneta tiene 18 años y que la policía le ordenó detener su vehículo al ver las horcas. Entonces los agentes comprobaron que superaba los niveles permitidos de alcohol para conducir. También se arrestó al copiloto, de 16 años. Ambos transportaban una escopeta sin cargar y puños de hierro.

"Vi pasar el coche por delante de un bar. Llevaba dos sogas", dice el autor de la foto

El copiloto confesó a los agentes que tanto él como su familia pertenecen al siniestro grupo racista Ku Klux Klan, prácticamente desaparecido en EE UU pero con erupciones más o menos sonadas en el sur del país. Según el alcalde de Alexandria, Jacques Roy, los dos jóvenes son "de cerca de Jena". "Esto no es indicativo de nada", comentó el alcalde. "Alexandria no es una ciudad racista".

La cadena de televisión CNN difundía ayer repetidamente una foto de la camioneta. El remitente de la instantánea se esconde bajo el seudónimo Casanova Love, dice pertenecer a la Marina y estar de visita en Luisiana. "Vi el coche pasar por delante de un bar. Llevaba dos sogas", comentó a la cadena. Entonces tomó la foto y llamó a la policía. "La gente necesita ver estas cosas. Estamos en 2007 y parece que fuera 1960", añade en el informe policial al que ha tenido acceso EL PAÍS.

El uso de horcas como amenaza a la población negra fue el desencadenante de unos hechos que han tenido su punto máximo en la manifestación del jueves pidiendo la libertad para los Seis de Jena (pronúnciese yina). Una soga anudada fue lo que se colgó del frondoso árbol bajo el que se refugiaban del sol sólo los estudiantes blancos de Jena cuando éstos vieron ese privilegio amenazado por la presencia de jóvenes negros. A partir de ese momento llegó el enfrentamiento. Primero callado, sólo manifestado con empujones entre los de distinta raza. Luego con las llamas, al arder el edificio principal. Finalmente, con la paliza de seis jóvenes negros a un joven blanco.

La policía detuvo a los seis menores. Mychal Bell, de 17 años, es el único de los acusados que por ahora se ha sentado en el banquillo. Se le declaró culpable de agresión. Su condena fue revocada la semana pasada por un tribunal de apelaciones de Luisiana porque Bell tenía 16 años cuando cometió el delito, por lo que debería haber sido juzgado como menor. Esto implica que Bell podría quedar en libertad tan pronto como ayer.

El fiscal apeló la decisión y pidió que siguiera en la cárcel hasta que se dicte sentencia. Ayer Bell permanecía en la cárcel, esperando una resolución sobre la apelación del fiscal. Los otros cinco acusados están en libertad bajo fianza.

Manifestación de apoyo a los seis menores negros acusados de apalear a un blanco, celebrada el jueves en Jena.
Manifestación de apoyo a los seis menores negros acusados de apalear a un blanco, celebrada el jueves en Jena.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_