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Entrevista:CARLOS FERRATER | Arquitecto

"En nuestro proyecto para el Camp Nou valoramos más la labor de equipo que la figura"

Llegó a la final, pero no pudo hacerse con el título. En algún momento parecía que el jurado apostaba por el proyecto de reforma del Camp Nou del amplio equipo que ha liderado Carlos Ferrater (Barcelona, 1944) en el que además de los arquitectos de su estudio -Oficina de Arquitectura en Barcelona (OAB)- figuraban los urbanistas Enric Serra y Luis Vives y la firma Arupsort, pero a media tarde cayó la ducha de agua fría cuando le avisaron de que no, que el ganador era el británico Norman Foster.

"El esfuerzo había sido grande y hemos llegado a la final porque actuamos bien como un equipo en lugar de como una figura; digamos que éramos más el Sevilla que Ronaldinho", comenta Ferrater, autor de obras emblemáticas como el nuevo jardín botánico y el hotel Juan Carlos I, ambos en Barcelona y con proyectos en marcha como la reforma del paseo marítimo de Benidorm y la Ciudad de las Ciencias de Granada. Considera que el suyo era "un estadio que sólo podía estar en Barcelona, muy arraigado al barrio y al entorno" , nada que ver con este tipo de estadios intercambiables que sirven para cualquier ciudad. No critica a Foster -"es un número uno"- ni se queja del resultado, es más, elogia el procedimiento y la actuación del Colegio de Arquitectos y de las instituciones, pero lamenta que se haya extendido este tipo de arquitectura "de franquicia", en el que tanto da el sitio en el que se ubica.

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De lo que parece más orgulloso era del aspecto icónico del nuevo estadio que había diseñado, con forma de copa, ovalado y rodeado de una especie de costillas metálicas que creaban un espacio intermedio transitable y público al tiempo que en sus intersticios unos paneles con leds permitían iluminar todo el estadio con la senyera, los colores del Barça o reproducir incluso a gran escala los goles del interior. "Era muy de aquí, muy mediterráneo", señala. "Un edificio muy en la línea de Coderch o de Gaudí en el que seguíamos el trazado que diseñó Francesc Mitjans en su proyecto para el campo a partir de la segunda gradería".

Su principal objetivo, sin embargo, era la relación con el entorno urbano. "Abríamos el estadio a la ciudad creando un parque, organizando bien los accesos salvando los desniveles actuales y, sobre todo, teniendo muy en cuenta las necesidades del barrio porque ésta es una zona muy problemática". Su proyecto incluía un megastore accesible al barrio, un centro de congresos y nuevas oficinas para el club.

En el aspecto funcional, lo más destacado era la cubierta traslúcida que protegía todas las localidades y que sobre la parte de césped era retráctil, y que se ganaban 200 palcos y se mejoraba la visibilidad de todas las localidades -"lo hacíamos más democrático", dice- ya que se eliminaba la tercera gradería, que considera obsoleta y mal diseñada, y a cambio se ganaba sitio en otras partes. "Incluso habíamos ideado un ingenioso sistema para que los asientos pudieran moverse de manera que se podía estar más o menos ancho en función del público", indica.

Sobre las críticas de que se perdían durante las obras 10.000 localidades y dejaba al descubierto la tribuna, señala que eran cuestiones resolubles. "Había soluciones para ello, pero como no se ha podido explicar el proyecto no lo hemos podido defender", indica, al tiempo que asegura que no le hubiera disgustado un debate previo.

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