A la caza del ciclista incívico
Una normativa de Barcelona endurece las sanciones contra las bicicletas
El tiempo de la impunidad para la bicicleta en Barcelona ha terminado. En la peculiar competición por el espacio público que tiene lugar en cualquier gran ciudad, los usuarios de la bicicleta de la capital catalana van a tener que ceder algo de terreno si no quieren rascarse el bolsillo. Los 70.000 desplazamientos diarios en bicicleta que soporta la ciudad han obligado al Ayuntamiento a publicar una nueva normativa de circulación, que pondrá fin a los privilegios de los que disfrutaban los ciclistas hasta el momento. La ordenanza entró en vigor a finales de agosto y ayer la Guardia Urbana empezó a poner las primeras multas.
"¿Y qué será lo próximo: obligarnos a llevar casco y rodilleras?", se preguntó un usuario
La normativa marca por primera vez la obligatoriedad de circular con timbre, luces reglamentarias y elementos reflectantes en las bicicletas. Y prohíbe estacionar junto a farolas, árboles o semáforos, así como circular por aceras de menos de cinco metros de anchura. En la práctica, esto significa que las bicis se verán abocadas a rodar por la calzada.
"Antes los ciclistas tenían consideración de peatones. Ahora serán considerados un vehículo más", resumió ayer un responsable de la Guardia Urbana. Las multas ascienden a 30 euros, pero no es el dinero lo que más irrita a los ciclistas consultados, sino la sensación de haber perdido la batalla con los vehículos motorizados. "Deberían ir a por los coches, y no a por nosotros", criticó Noelia Molinero, de 22 años. "Si me meto ahí me van a chafar", añadió esta usuaria señalando una vía atestada de coches. "¿Y qué será lo próximo, obligarnos a llevar casco y rodilleras?", se preguntó Andreu Martín, de 27 años.
No es la primera vez que Barcelona sanciona las conductas incívicas al manillar. Pero ahora se amplía el catálogo de infracciones, al tiempo que la Guardia Urbana promete mano dura en acciones en las que antes hacía la vista gorda. La medida también ha despertado adhesiones, sobre todo entre los peatones que se verán libres de los sobresaltos que les causaban las bicicletas circulando a escasos centímetros. "Ya era hora de que se hiciera algo. Ya estaba harto de que me pitaran por ir por la acera", opinó Ignacio, de 53 años. "A ver si sirve para que dejen de ir como locos", señaló un taxista.
En los últimos años los barceloneses han abrazado la causa de la bicicleta con entusiasmo. La incorporación de estos vehículos al espacio público ha ido creciendo, al tiempo que el Ayuntamiento trabajaba a marchas forzadas para habilitar carriles-bici. Hoy estas vías suman 130 kilómetros y está previsto que la cifra aumente a 150 antes de que acabe el año.
Pero la fiebre por la bicicleta se disparó el pasado mes de marzo, con la puesta en marcha del bicing, un sistema de transporte público que permite al usuario desplazarse por la ciudad en bicicleta pagando una cantidad anual. El bicing, que también funciona en otras ciudades como Sevilla y Valencia, cuenta con un parque de 1.500 bicicletas estacionadas por toda la ciudad y más de 85.000 usuarios apuntados.
La aplicación de la normativa también supone un examen para este servicio municipal. Muchas de las bicicletas carecen de timbre y en otras no funcionan las luces reglamentarias debido a los actos vandálicos a las que son sometidas sistemáticamente. A pesar de que la responsabilidad del mantenimiento de los vehículos es del Ayuntamiento, la sanción recaerá en el ciudadano. "¿Verdad que a nadie se le ocurriría circular con una rueda pinchada? Pues en este caso es lo mismo. A partir de ahora que nadie coja una bicicleta sin luces", explicó el responsable de la Guardia Urbana.
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