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Reportaje:

Reino Unido lleva las clases a la calle

Francesco Manetto

Reino Unido introdujo la asignatura de Citizenship (Ciudadanía) en el otoño de 2002. "El primer año fue complicado", explica Benvinda Moreira, del British Council. "Los profesores todavía no tenían muy claro lo que debían enseñar, ni cómo hacerlo". Sin embargo, asegura Moreira, desde entonces el programa ha mejorado y se han ido definiendo con más claridad los contenidos.

La asignatura, que tiene carácter voluntario en educación primaria y se convierte en obligatoria en secundaria, introduce, por ejemplo, los derechos y deberes fundamentales en las democracias, el papel de los ciudadanos en la sociedad y ante la ley y cuestiones de identidad cultural y de género; desentraña la estructura del parlamento y del sistema judicial del Reino Unido y otras formas de gobierno, o explica las funciones de la Unión Europea y de las Naciones Unidas.

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El programa no prevé libros de texto obligatorios, aunque sí recomienda a los docentes algunas lecturas metodológicas, por ejemplo, Citizenship at key stages (Ciudadanía en etapas clave) o Assesing citizenship (Evaluar la ciudadanía). Las pautas que se proporcionan son parecidas: animar al debate entre estudiantes, hacerles reflexionar acerca de su lugar en la sociedad, justificar las opiniones, organizar actividades prácticas e iniciarles al llamado "pensamiento crítico". Y es que, según explica Moreira, el sistema educativo británico no suele evaluar a los alumnos sólo en función de las horas lectivas, sino también por las habilidades y los "conocimientos adquiridos" a lo largo de un curso.

Por eso, el Ministerio no fija, igual que ocurre también en la organización de otras asignaturas, un número mínimo de horas semanales. Porque esos conocimientos se pueden adquirir incluso fuera de clase, en la calle. ¿Cómo? "Para aprender a respetar a los demás, a no hacer distinciones entre razas, culturas o religiones, y aportar sus ideas, los alumnos pueden incluso participar en proyectos extraescolares", explica Moreira. El programa oficial de estudios lo detalla así: "Los estudiantes pueden participar en actividades ciudadanas tanto en la escuela como en su comunidad de pertenencia, y después reflexionar sobre su participación. (...) Pueden colaborar con distintas organizaciones". ¿Algún ejemplo? Trabajar en un comedor social, organizar una exposición o colaborar en una campaña de una ONG.

El espíritu general es, según destaca el programa, "ayudar a los jóvenes y desarrollar las habilidades y conocimientos necesarios para desempeñar un papel eficaz y responsable en la vida pública". Por eso, uno de los objetivos fundamentales de las clases de Citizenship consiste también en educar a comunicar ideas e interpretar los temas de actualidad informativa. Los docentes suelen proponer sesiones de lectura crítica de periódicos o visión de telediarios. Para aprender, por ejemplo, que lo que estudia en otras asignaturas no está desvinculado de lo que pasa en el mundo. Y, por ejemplo, animar a "estudiar el medioambiente y la sostenibilidad en asignaturas como geografía y ciencias".

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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