Con el cuchillo entre los dientes
Alonso cierra el paso sin contemplaciones a Hamilton en la salida y le recorta otro punto en una carrera de color rojo
El mítico circuito de Spa Francorchamps vivió un nuevo episodio de la batalla que dirimen Fernando Alonso y Lewis Hamilton por el título de pilotos. Poco importa la victoria de Kimi Raikkonen, la tercera consecutiva en el circuito belga, la cuarta del curso y la 13ª en su currículo; el segundo puesto de Felipe Massa; la superioridad de Ferrari, que se anotó su 15º título mundial de constructores; o el doblete de los coches de Maranello, el tercero de la temporada después de los obtenidos en Francia y Turquía. Lo único que interesa ahora en el Mundial de F-1 es la pugna entre los dos pilotos de McLaren que va a decidir el título en las próximas tres carreras.
Alonso salió ayer con el cuchillo entre los dientes y consiguió al final restarle otro punto a Hamilton. En Francia, hace sólo seis carreras, la distancia entre los dos era de 14 puntos; ahora, tras Bélgica, es sólo de dos. Hamilton comienza a estar asustado, está comprobando hasta qué punto Alonso resulta peligroso cuando vislumbra la posibilidad de ser campeón del Mundo por tercera vez consecutiva. Y eso es exactamente lo que ahora está ocurriendo. Con la sustancial diferencia, en relación al principio de la temporada, de que ahora cada punto tiene un valor absoluto y de que Alonso necesita imperiosamente concluir las carreras por delante de Hamilton si quiere lograr su objetivo.
Tras la sanción a McLaren, el doblete permite ganar a Ferrari su 15º título de constructores
En estas condiciones, cualquier riesgo es asumible. Ahora, quien más tiene a perder es Hamilton, que lidera el Mundial y vislumbra la posibilidad de que se le pueda escapar en las tres últimas carreras. Ayer, estas premisas se pusieron claramente al descubierto. En la salida, Alonso no se fue hacia los Ferrari sino que se lanzó hacia la izquierda, buscando un hueco, pero sobretodo quería controlar a Hamilton. La batalla contra los Ferrari no es la suya, ni la del piloto británico. Eso a ellos no les interesa. Sólo hay un elemento que les preocupa a ambos: su compañero de equipo. Y, por eso, Alonso buscó resguardar su tercera posición a toda costa e impedir a Hamilton que pudiera adelantarle.
Cuando ambos entraron en la primera curva, los dos Ferrari ya se habían ido por delante. Alonso se escoró hasta el extremo, hacia el exterior, y a Hamilton no le quedó otra alternativa que salirse de la pista y regresar a en la segunda curva, alcanzando de nuevo a Alonso, pero ya con mínimas opciones de superarle. De nuevo, el piloto español volvió a mostrar su decisión, apretó el acelerador y trazó su línea sin preocuparse de lo que hacía su compañero. Alcanzaba como ganador la mítica curva Eau Rouge. Salió de allí no sólo con la tercera posición, sino habiéndole mandado un mensaje aclaratorio a Hamilton: de ahora en adelante las cosas serán así; si él intenta cortarle el paso se lo va a llevar por delante si es menester. En cualquier caso, la respuesta de Hamilton en una de las maniobras con más suspense y competitivas del año, fue igualmente brava y expresó no sólo su calidad sino que se bate con la grandeza de un campeón más que como un debutante.
Fueron aquellos los momentos más emocionantes de toda la carrera, junto con la incertidumbre que se creó en el segundo repostaje, cuando Hamilton tardó cinco vueltas más que Alonso en entrar en el pit-lane y abrió expectativas sobre si podría restarle el tiempo necesario para adelantarle. Pero las pantallas concedían datos definitivos: los tiempos entre los dos eran iguales o incluso mejores para el español en alguna de esas vueltas. Hamilton se quedó sin opciones. Lo demás era todo previsible. Los Ferrari demostraron ayer una superioridad increíble y ni siquiera Alonso consiguió ponerles en apuros. Algo impensable después de haber visto hace sólo una semana cómo sufrieron ante los McLaren en el circuito italiano de Monza, donde los bólidos rojos nunca quieren perder,
Para Ferrari, el de ayer en Spa, fue un momento especial. Jean Todt lo vivió con una sonrisa de triunfador en los labios, viendo a sus dos pilotos en lo más alto del podio, mostrando la superioridad de sus coches, que se anotaron su 15º título mundial de constructores, aunque sea sólo porque la FIA le arrebató todos los puntos a McLaren. "Ganaron haciendo trampas y eso se ha demostrado", repite Todt. Pero la imagen que restará en la retina de este campeonato es la de un Ferrari campeón que no merecía el título. Sus coches han sufrido muchos más percances mecánicos y estratégicos que los McLaren y, al final, esas circunstancias probablemente volverán a impedir que un piloto del calibre de Kimi Raikkonen corone por primera vez en su vida el Mundial.
Quedan tres grandes premios para la conclusión del campeonato -Japón, China y Brasil- y en dos de ellos al menos, Ferrari parece tener más opciones que McLaren. Sin embargo, sólo tres triunfos de Raikkonen, secundado siempre por Massa, le permitirían enjugar los 13 puntos de distancia que le separan de Hamilton. El título es casi imposible para el finlandés. Es sólo cosa de dos. De Hamilton y de Alonso. Siempre que McLaren no decida, como no se prevé, intervenir por su cuenta y riesgo.
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