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La catarsis pendiente en Grecia

Los partidos critican al Estado clientelar, pero todos se benefician

Ramón Lobo

Cuando se llama a un taxi en Atenas, hay que gritarle la dirección al chófer. Si al conductor le conviene, acepta al cliente. Durante el recorrido, el taxista puede recoger a otros que van en el mismo trayecto. Ellos pagan una parte de la carrera sin que afecte al primero, que la abona completa. Cuando se le dice al principal asesor económico del Ministerio de Finanzas, Plutarchos Sakellaris, que los segundos pasajeros son economía sumergida, uno de los graves problemas de Grecia, se ríe: "El primero también porque no hay facturas". Como tampoco existen en las gasolineras ni las dan los médicos. La evasión fiscal es el deporte nacional y Grecia necesita una profunda catarsis para acometer sus reformas pendientes.

La evasión fiscal es el deporte nacional en Grecia, donde además no existe un catastro

La reforma más compleja y peligrosa para el futuro Gobierno es la del sistema de pensiones, que amenaza con la bancarrota en 2015. Fue la razón por la que el primer ministro, Kostas Karamanlis, adelantó seis meses los comicios empujado por vientos demoscópicos favorables para reforzar su mayoría (165 escaños de 300 en el Parlamento saliente) hasta que se le cruzaron los incendios de agosto. El sistema de pensiones es un exponente del Estado clientelar con el que prometen acabar, pero del que todos se benefician. En él conviven más de 140 fondos estatales creando desigualdades y extravagancias. En algún caso se cobra más con la pensión que con el sueldo. El Gobierno no explica cómo reformará, pero antes de las elecciones del domingo ha dejado claro aquello que no va a hacer: no ampliará la edad de jubilación, no subirá los impuestos en la Seguridad Social ni reducirá la cuantía de las pensiones.

La cuadratura del círculo de los conservadores coincide con la del sindicato del Pasok, la Confederación General de Trabajadores Griegos. Uno de sus principales economistas de la confederación, Savas Robolis, asegura que con la lucha contra el fraude fiscal y el aumento de los impuestos a los más ricos y a las empresas bastará para enderezar el rumbo, idea que comparte Gyorgos Papandreu, pero que en este momento no airea por precaución electoral.

En la Universidad del Partenón, el Partido Comunista Griego, que aún se declara ortodoxo y aspira a 25 escaños, ha colocado sus tenderetes. En la Facultad de Sociología sólo funciona, y mal, uno de los dos ascensores. Las universidades son el otro campo de batalla y de reforma. Todas, públicas por ley. Las privadas están prohibidas (muchas funcionan camufladas) porque así lo estipula la Constitución, cuya modificación espera al futuro Gobierno, que necesitará del apoyo del segundo partido para lograr los escaños necesarios.

La modernización del Estado, del que todos hablan, pasa por un tercer pilar: la creación del catastro, que sólo existe en el Dodecaneso debido a la ocupación italiana. "Será arduo. Si compras un terreno y posees un documento que certifica que 500 metros son tuyos, el vecino tendrá otro que confirma que 20 de los tuyos son en realidad suyos, y así sucesivamente. Si se sumaran todos los documentos y los metros, obtendríamos un territorio como dos veces Grecia", asegura el historiador Thanos Veremis, que fue asesor de Karamanlis para la reforma de la educación. "Cada una de esas disputas deberá resolverse en los tribunales, con decenas de leyes contradictorias, así que imagínese", dice. La UE ya dio dinero para esa tarea, pero el último Gobierno socialista se lo gastó en otros menesteres. Es un brete para el Pasok en esta elección porque la memoria está aún fresca.

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