Preguntas, preguntas, preguntas
Kiran Desai ha conseguido el Premio Booker, el más prestigioso de las letras anglosajonas, con El legado de la pérdida, su segunda novela. Sucede en este galardón a otros escritores angloindios como V. S. Naipaul, Ruth Prawer Jhabvala, Salman Rusdhie o Arundhathi Roy y precede, entre otros, a su madre Anita Desai y a Rohinton Mistry, los cuales han quedado finalistas del mismo en tres ocasiones cada uno con seis inolvidables novelas. Kiran Desai se une a esta prestigiosa nómina, tomando el testigo en nombre de una generación de jóvenes talentos, entre los que también destaca Monica Ali, que está llamada a continuar el impresionante legado de sus mayores, con una novela que se diferencia de manera muy significativa de la primera suya, Alboroto en el guayabal (Salamandra). Ésta, en efecto, era una apuesta por la narrativa oblicua de la fábula, por esa suerte de saber indirecto de la alegoría que transforma a sus protagonistas, ya sean seres humanos, accidentes geográficos o animales, en mensajeros trascendentes que exponen una determinada concepción de la vida. En Alboroto en el guayabal su personaje central, un humilde cartero, un día se sube a un árbol y decide quedarse en él para siempre, acto que le transforma en un hombre santo a ojos de sus vecinos. Su parentesco con El barón rampante, los dendritas de la tradición cristiana o los ascetas hindúes dotan al libro de una perdurable y hermosísima profundidad simbólica.
EL LEGADO DE LA PÉRDIDA
KIRAN DESAI
TRADUCCIÓN DE EDUARDO IRIARTES
ALAMANDRA. BARCELONA381 PÁGINAS.
19 EUROS
Con El legado de la pérdida, Kiran Desai decide cambiar de registro. En esta ocasión su historia y sus personajes se cuentan a sí mismos, se despliegan con la contundencia de unos hechos que no necesitan ser descompuestos en metáforas para entenderse ni para disfrutarse. En una remota aldea del norte de la India, y con la lucha guerrillera de un pequeño movimiento separatista como trasfondo, un juez jubilado, su nieta adolescente, el cocinero de ambos, el hijo de éste emigrado a Estados Unidos, un joven profesor y varios vecinos van desgranando los capítulos fundamentales de sus biografías. Vidas contadas con sensibilidad y buen ritmo, con amor a los detalles y compasión inteligente, con capacidad para tejer con ellas una historia verosímil y cercana. El legado de la pérdida no esconde, al contrario que en la primera obra de Kiran Desai, apólogos ni moralejas, pero sus reflexiones sobre el amor y los afectos en general, la política, la religión, la pobreza o la naturaleza, aquí abrupta y selvática, así como su estremecedor final, siembran de preguntas el corazón del lector. Preguntas hondas que uno intuye, contagiado por la magnética prosa de la autora, que sólo puede contestar la poesía, o que al menos tiene en la poesía su mejor aliada.
La mayor influencia de Kiran Desai es su madre Anita Desai, a la cual dedica aquélla su libro y cuyo Fuego en la montaña recuerda en tantos aspectos El legado de la pérdida. Dos novelistas excepcionales, dos literaturas de premio.
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