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Entrevista:Kiran Desai | HISTORIAS DEL DESORDEN MUNDIAL

"La rabia que genera la inmigración estalla en todas partes"

Andrea Aguilar

Un juez retirado y huraño, su nieta adolescente y el humilde cocinero que les sirve habitan una casona desvencijada y aislada al pie de la cordillera del Himalaya, en la región india de Kanchenjunga. Corren los años ochenta y el movimiento nacionalista reclama un Estado propio y se nutre de niños soldado que saquean la zona. Al otro lado del mundo, Binja, el hijo del cocinero, sobrevive en los oscuros sótanos de los que se alimenta la ciudad de Nueva York a base de inmigración.

Sumergida en la historia de estos personajes y sus alrededores ha vivido durante ocho años la autora de El legado de la pérdida (Salamandra), Kiran Desai (India, 1971). En las páginas de su novela hay espacio para el amor romántico, para la ironía, para el agrio rencor del inmigrante regresado, para la ropa interior de Marks & Spencer -entendida como incuestionable símbolo anglosajón- o para el recuerdo de aquel idilio pasajero que vivieron la antigua Unión Soviética y la India, con plan espacial incluido.

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En Brooklyn, en varias casas compartidas, Desai fraguó, desbordó y reencauzó el manuscrito de esta su segunda novela (la primera fue Alboroto en el guayabal). Con ella se convirtió, el año pasado en el Reino Unido, en la ganadora más joven del Premio Man Booker, el mismo galardón al que su madre, la también escritora india Anita Desai, ha estado nominada seis veces. Desde Italia, en la primera etapa del viaje europeo de promoción de su novela, Kiran responde al teléfono con dulce entusiasmo.

PREGUNTA. ¿Qué distintas lecturas siente que ha tenido su novela en los tres países que aparecen en ella, Reino Unido, India y Estados Unidos?

RESPUESTA. En el Reino Unido están acostumbrados a un retrato más dulce de la India, como el que hice en mi primera novela, así que ésta era difícil de publicar allí. Al fin, la lectura que han hecho, tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos, se ha centrado en el tema de la inmigración. Un asunto que presenta el lado más cínico de un país. La rabia que genera la inmigración estalla en todas partes. En la India han entendido el libro desde su propio contexto. Su foco de atención es otro completamente distinto, es el de los que sienten esa rabia.

P. La novela ha generado mucha polémica en la región donde está situada.

R. Voy cada año a la India y tuve que visitar el país cuando escribía esta novela. Si quería hablar del país tenía que ir, pero ya no puedo visitar esa región. Mi tía que vive allí fue acosada. El libro trataba de interpretar una situación farragosa. Intenté mostrar las distintas partes del conflicto.

P. ¿No lo creyeron acertado?

R. Allí lo único que se han preguntado es cómo estaban representados en la novela. Brodsky hablaba de la isla del escritor. La única manera que uno tiene de luchar es individualmente. Pienso que la ficción es una representación singular. El personaje de Gyan es sólo Gyan, no un estereotipo. Éste es el lado humano de la ficción.

P. El nacionalismo parece ser en la novela refugio de frustraciones personales.

R. La gente se siente atacada y entonces estrechan su sentido de identidad. En los Estados hay una lealtad disminuida, una identidad más confusa, que no responde al deseo desesperado de tener una identidad nacional. Esto es en parte de lo que se alimenta el fundamentalismo hindú. Es algo aterrador.

P. El resentimiento, o la rabia, que antes mencionaba parece ser un elemento común entre los personajes que emigraron.

R. Es que todo el mundo siente rabia y cierta vergüenza. Cuando emigras necesitas definirte, explicarte exactamente quién eres, qué significa tu país fuera del contexto.

P. Usted ha vivido fuera de la India desde los 14 años. ¿Aún le ocurre?

R. La rabia sigue. Que yo viniera ahora a Italia ha supuesto un esfuerzo inmenso, porque necesitaba un visado. Los trámites han sido complicados e infinitos. Esto me enfada y me deprime. Es una pesadilla. Exiliados y extranjeros, ¿qué significa? Incluso en la India el problema se reproduce con la llegada de gente de Bangladesh que pasa por lo mismo que los inmigrantes de todo el mundo.

P. Uno de los personajes habla de "neurosis colonial" y se pregunta por qué no escribe del lugar en el que vive ahora. ¿No pensó en situar toda la novela en Estados Unidos?

R. No escribo sobre el presente porque no podría sostener la trama. Para hablar de vergüenza y rabia necesitaba volver atrás varias generaciones. V. S. Naipaul sólo en uno de sus libros trata sobre su vida en el Reino Unido, el país donde lleva viviendo casi toda la vida.

P. Sitúa la novela en 1986, pero la historia abarca mucho más.

R. Hablo sobre la era poscolonial de los ochenta. Se anuncia un nuevo mundo, pero la pobreza es ancestral y las formas de hacer negocio son las mismas de siempre. Mi argumento puede ser trasladado atrás en el tiempo o llevado al futuro. Me arrepiento de no haberme sumergido más en el presente. Me quedé en el medio, pero la historia puede estirarse en ambas direcciones.

P. ¿Pensó en hacerlo?

R. La historia forzó la estructura y el arco temporal. Hubo un punto en el que tuve que decidir entre repartir la novela en varios libros o moverme atrás y adelante. El esquema histórico une diferentes tiempos y lugares. Fue bastante complicado. Corté y edité mucho. A lo mejor era necesario que rebasara el límite y luego acortase.

P. Asistió a un curso de escritura creativa durante dos años. ¿Qué aprendió?

R. Las clases te ayudan a ganar confianza, pero lo que te enseñan al final no debe servirte. Cuando estás allí tiendes a escribir buscando la aprobación del grupo y pierdes individualidad. Aprendes a hacer piezas muy pulidas sin originalidad ni sentimiento de extrañeza. Hubo un tiempo en que se celebraba ese tipo de extrañeza en la escritura, el tiempo de Flannery O'Connor.

P. A menudo enfatiza el hecho de no frecuentar círculos literarios, pero creció con ello en casa.

R. Sí, no he tenido que buscarlo fuera. No tenía que enseñárselo a otros autores porque tenía a mi madre.

P. ¿Le preocupa que la comparen con ella?

R. No, en absoluto. Probablemente, gracias a la extraordinaria relación que tengo con ella. Le dediqué el libro por lo mucho que le debo. Me siento cercana a su forma de trabajar, consciente de la falta de sentimentalismo que tiene su obra y de su territorio emocional. Hablas a Occidente y a Oriente. Sufres por los dos, estás en ambos lados del tablero. Estos temas aparecen todo el tiempo en nuestras lecturas y conversaciones.

P. Se fueron juntas de la India. ¿Cómo fue su primer viaje al Reino Unido?

R. Ella buscaba alguna práctica docente que le permitiera seguir escribiendo. Yo era la pequeña, así que me fui con ella. Mis hermanos se quedaron con mi padre. Juntas descubrimos lo que significa convertirse en individuo, encontrar la privacidad y el espacio personal. Con el paso del tiempo llegas a comprender lo que has dejado atrás, pero pierdes cierto sentido de inconsciencia, la habilidad para contar pequeñas experiencias.

P. ¿Qué piensa ella del Premio Man Booker?

R. Está muy contenta de que lo haya ganado. Ha visto cómo he pasado estos ocho años escribiendo, inmersa en un proceso del que no sabes qué va a salir. Está encantada porque sabe que ahora mi vida será más fácil.

P. Ha pasado ocho años inmersa en esta novela. ¿Cómo se siente ahora que se ha despegado?

R. ¡Llevo casi dos hablando sobre ella! Es una auténtica locura. Intento empezar una historia nueva. Pero esta novela me ha cambiado. El trabajo te cambia. Te define la misma historia que eliges contar. Hablar del libro te descubre lados desconocidos. Empiezas a ver todo desde fuera.

La autora angloindia Kiran Desai,  en una visita a Hong Kong.
La autora angloindia Kiran Desai, en una visita a Hong Kong.REUTERS

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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