El Supremo paquistaní se pronunciará sobre la deportación de Sharif
Fracaso de la jornada de protesta contra la decisión de Musharraf de expulsar a su rival
Nawaz Sharif, el ex primer ministro deportado a Arabia Saudí horas después de regresar a Pakistán, recurrió de nuevo al Tribunal Supremo para solventar su enfrentamiento con el presidente, Pervez Musharraf. El recurso presentado por los abogados de Sharif afilará aún más las espadas del régimen militar y de la justicia paquistaníes, después de que el general destituyera en marzo al presidente del Supremo, a quien los jueces devolvieron a su puesto el mes pasado.
Los abogados señalan en su escrito que Sharif fue "secuestrado" y que Musharraf "violó flagrantemente" las órdenes del Tribunal Supremo, que el 23 de agosto pasado sentenció que el ex primer ministro, como cualquier otro paquistaní, tenía el derecho "inalienable" de vivir en su país. "Solicitamos que ordene al Gobierno federal que traiga a Nawaz Sharif de vuelta a Pakistán para que comparezca ante el Tribunal Supremo", declaró el letrado Frajrudin Ibrahim tras entregar los documentos.
El Gobierno paquistaní indicó que ofreció al líder de la Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz (PML-N) ir a la cárcel o al exilio y que éste eligió el exilio. Sus abogados aseguran que es "una nueva patraña" del régimen, y quieren que Sharif explique a los jueces lo que pasó. Además, señalan que debe defenderse en Pakistán de los cargos presentados contra él por un funcionario del Tribunal de Cuentas, que le acusó a su llegada al aeropuerto de Islamabad, el lunes, de fraude y lavado de dinero durante sus dos mandatos como primer ministro (de 1990 a 1993 y de 1996 a 1999, cuando su jefe de las Fuerzas Armadas, Musharraf, dio un golpe de Estado incruento).
Este país, sin embargo, no deja de sorprender a propios y extraños. La jornada de protesta nacional convocada por la PML-N contra la deportación de su líder, que se presumía multitudinaria, fracasó estrepitosamente. Detenidos cientos de dirigentes locales de la Liga -que siguen bajo custodia policial- cuando pretendían dar la bienvenida a Sharif, los simpatizantes, faltos de líderes que encabecen las protestas, optaron por acudir a su trabajo o quedarse en casa.
"La desidia y el desencanto del pueblo frente a los políticos, motivadas en gran parte por la corrupción, convierten a los partidos en agua de borrajas y dejan sólo en manos del Supremo la lucha contra el régimen militar", afirman fuentes diplomáticas occidentales.
"Musharraf se ha burlado de la justicia. La deportación de Sharif es injustificable", subraya el abogado Amjad Malik, que acompañó al líder de la PML-N en su vuelo de regreso de Londres a Islamabad, el lunes pasado.
Un portavoz de la Comisión Electoral señaló anoche que esta misma semana se convocarán las elecciones presidenciales. Musharraf, que no se ha quitado el uniforme como se comprometió en 2000, prevé presentarse a la reelección. En las presidenciales votan sólo los diputados de la Asamblea Nacional y de las cuatro asambleas provinciales. El general considera que las tiene ganadas, puesto que su partido es mayoritario.
Pero Musharraf pisa terreno movedizo. En marzo, destituyó al presidente del Supremo, Iftijar Chaudri, porque éste dudaba de que fuese constitucional la reelección del general. Los jueces devolvieron a Chaudri el mando de la justicia paquistaní y ese tribunal debe pronunciarse ahora no sólo sobre el caso de Sharif, sino también sobre otros casos presentados contra la reelección del jefe del Estado. "Estados Unidos, principal valedor de Musharraf, se siente incómodo ante sus torpezas políticas, pero le sigue apoyando porque Pakistán es un país clave en la guerra contra el terrorismo internacional", afirma el empresario paquistaní Jawaya Giasudin.
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