Bush y Putin no logran acercar posiciones sobre el escudo antimisiles
La Casa Blanca ofrece a Corea del Norte firmar la paz si abandona su programa nuclear
Los presidentes de EE UU, George Bush, y de Rusia, Vladímir Putin, se reunieron ayer en Sidney, Australia, en víspera de la cumbre de los líderes de los países de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), para discutir el espinoso tema de los planes norteamericanos de instalar elementos de su sistema de defensa antimisiles en Polonia y la República Checa. Las conversaciones no dieron resultados concretos, y las partes, aparentemente, no lograron acercar posiciones. El Kremlin se opone a esos planes, que ve como una amenaza a la seguridad nacional.
Rusia insiste en que Irán tiene derecho a desarrollar la energía nuclear con fines civiles
Vladímir Putin dijo que próximamente los expertos de ambos países se encontrarán en Azerbaiyán para inspeccionar el radar de Gabalá, que Rusia explota y que propone utilizar conjuntamente con los estadounidenses como una alternativa al emplazamiento de misiles interceptores en Polonia y un radar en la República Checa. Esta reunión está prevista, en principio, para el próximo sábado.
Washington ha explicado que las instalaciones que planea en Europa oriental tienen como fin impedir un ataque de países como Irán o Corea del Norte, pero Moscú no cree en esa explicación y piensa que en realidad las instalaciones estarán dirigidas contra Rusia. Además del radar de Gabalá, el Kremlin ofrece usar también el que está construyendo en la provincia de Krasnodar, en el sur del país.
La reunión entre Putin y Bush coincidió con el anuncio del Consejo de la Duma Estatal (Cámara baja rusa) de que debatirá el proyecto de ley para aplicar la moratoria al Tratado de Armas Convencionales en Europa, el 19 de septiembre. El Kremlin ha anunciado la decisión de congelar el cumplimiento de ese tratado porque alega que los países europeos no lo han ratificado y no lo cumplen.
La medida se enmarca dentro de las respuestas rusas a los planes estadounidenses, respuestas que incluyen una importante modernización de los misiles balísticos, que están siendo reemplazados por los modernos Tópol-M, de cabeza divisible y que, según se jacta el Kremlin, pueden penetrar cualquier escudo nuclear, incluido el que levanta EE UU.
Bush y Putin discutieron también el problema nuclear iraní. A diferencia de Washington, Moscú no ve una amenaza inmediata de Teherán, ya que cree que todavía está bastante lejos de fabricar bombas atómicas. Además, los rusos insisten en que los iraníes tienen derecho a desarrollar la energía nuclear con fines pacíficos. Moscú construye una central nuclear en Busher, en el sur de Irán, que espera terminar en otoño de 2008.
Putin llegó a Australia desde Indonesia, país donde anunció la concesión de un crédito de 1.000 millones de dólares (731 millones de euros) para comprar armamento a Rusia, concretamente seis cazas SU, dos submarinos y nueve helicópteros. En Sidney, Vladímir Putin firmó con el primer ministro australiano, John Howard, un acuerdo para la venta de uranio a Rusia.
Por otra parte, el presidente Bush ofreció ayer a Corea del Norte, en el contexto de la cumbre de la APEC, la firma de un tratado de paz si el régimen de Pyongyang abandona su programa de armamento nuclear y permite a los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) revisar sus centrales. La oferta de Bush, que incluye un nuevo marco de seguridad para la península coreana, fue realizada durante la reunión mantenida con su homólogo surcoreano, Roh Moo-hyun.
La guerra de Corea (1950-1953) finalizó tan sólo con un armisticio. Está previsto que los inspectores del OIEA lleguen a Corea del Norte el próximo día 11.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.