Zapatero: marcha triunfal
En un primer momento, Maquiavelo se hubiera removido de desesperación en su tumba por leer las declaraciones concedidas por el presidente Zapatero al director de este diario: nada menos que el fracasado proceso de negociación con ETA surgió de su extraordinaria sensibilidad ante lo humano. No haberlo emprendido sería propio de "un presidente sin alma, sin entrañas". Las vísceras imponiéndose al principio de elección racional. Sólo que con un mejor conocimiento del personaje, el autor de El Príncipe hubiera convenido en que, tal como salieron las cosas, ésa era la única escapatoria para evitar rendir cuentas. A Zapatero no se le vio tal sensibilidad profunda hacia las víctimas, ni siquiera en casos sangrantes como el de la viuda y el asesino etarra en Azkoitia. Aprovechar la tregua para intentar el fin de ETA era algo simplemente lógico; montar el "diálogo" con semejante desconocimiento del interlocutor y en continua huida hacia delante desde el atentado-"accidente" de la T-4 fue un fracaso anunciado, que sólo la espléndida colaboración policial con Francia, y Sarkozy en primer plano, está permitiendo superar. Y como la asunción de responsabilidades no entra en la agenda política del presidente, la espantada encaja en un repertorio de maquiavelismo, con la guinda habitual de insistir en que quien obró mal fue el PP.
De hecho, la larga entrevista ofrece una continua sucesión de huidas, cada vez que el preciso cuestionario coloca ante Zapatero alguna dificultad. El hombre muestra una capacidad inagotable para ejecutar una y otra vez giros en el vacío, o, dicho de otro modo, hablar sin decir nada. Si le preguntaran por lo sucedido en un accidente de circulación del cual hubiese sido testigo, Zapatero respondería que hay un código de circulación y que se vieron implicados vehículos de motor. Así, al responder sobre el balance del Estatuto catalán, todo se reduce en la respuesta a corroborar que hubo un procedimiento democrático. Y lo de Navarra se resolvió nada menos que con el pensamiento vuelto hacia Santo Tomás, atendiendo al "bien común". La política internacional se resume en una serie de proyecciones al parecer positivas sobre distintos ámbitos: Cuba, Chávez, Sáhara, Kosovo, están ausentes. No hubo fallo alguno que estuviera detrás de los relevos en determinados ministerios o cargos. Todo va hacia lo mejor en el mejor de los mundos, y en este paraíso neocanovista no falta siquiera el buen diablo, agresivo pero tontorrón, el PP de Rajoy, garante de la victoria socialista en las próximas elecciones.
En consecuencia, si repasamos las zonas de conflicto, la entrevista nos devuelve la imagen de un Zapatero seguro de sí mismo, entregado a una permanente operación de marketing, y, por tanto, nulo a la hora de explicar sus decisiones más comprometidas. Por contraste, las realizaciones del Gobierno en materia social o económica son objeto de un relato apoyado en datos y valoraciones del todo comprensibles. Y conviene decir que esa aportación dista de ser inútil. Permite apreciar la distancia que separa a la forma de gobernar y a la fijación de prioridades del Gobierno socialista de la gestión "popular" en la era Aznar.
Esta doble cara de la política socialista debiera ser tenida en cuenta por quienes proponen una razonable alternativa al PSOE como respuesta a los dislates en su política de Estado, con especial referencia a Cataluña o Euskadi, y a la degradación de la democracia resultante del ocultismo que preside la acción de gobierno, por no hablar de su escaso respeto a las reglas de juego constitucionales. Siguiendo a John Rawls, Amartya Sen nos recuerda que la democracia no consiste sólo en elecciones, sino en la posibilidad de un debate político libre, con suficiente información desde el poder. Son esos pilares del sistema los que se cuartean, pero los aspectos progresivos de la política socialista también existen. Un nuevo partido puede en consecuencia apuntar hacia una difícil alternativa en el centro-izquierda, pero también a una presión exterior de vocación regeneradora sobre el PSOE a medio plazo.
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