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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Puro Allen: la cocina de Woody

Sobre el papel y en las distancias cortas, Woody Allen (Nueva York, 1935) despliega las mejores armas de su ironía. Los textos que componen Pura anarquía tienen el formato de crónicas periodísticas y fueron escritas para la prestigiosa revista The New Yorker y el no menos célebre The New York Times, las piezas de este puzle son pequeñas cargas de profundidad, con más pólvora que dinamita, dirigidas contra la línea de flotación de la vida social y cultural de las clases medias ilustradas de la ciudad de sus neurosis y de sus éxitos. Buena parte de los 18 relatos que componen Pura anarquía parten de noticias publicadas por la prensa norteamericana cuyos textos transcritos literalmente sirven ocasionalmente de introducción. El secuestro de un veterano actor hindú por un bandolero de novela, el desmesurado precio de la trufa blanca italiana en el mercado gastronómico, la invención de nuevos tejidos aromáticos para la confección o la venta y subasta de oraciones milagrosas en internet y otras curiosas y anecdóticas notas de prensa dan pie a otros tantos relatos que dejan de ser glosas pasadas las primeras líneas para desvariar gloriosa y previsiblemente hacia el disparate hilarante. La existencia de una raza de seres superiores que gracias a la new age pueden levitar a placer, practicar la bilocación y acertar los resultados del hipódromo, trama de la primera pieza del libro es el ejemplo clásico, una receta de la casa, cuyos ingredientes son los mismos y el resultado siempre distinto, sazonado por esas virutas de realidad sacadas de la letra impresa que les confieren su distinción y frescura.

PURA ANARQUÍA

Woody Allen

Traducción de Carlos

Milla Soler

Tusquets. Barcelona, 2007

187 páginas. 15 euros

Más información
Dudas de bolsillo

Pura anarquía es puro Allen,

de diálogos ingeniosos y acotaciones personalísimas, y en sus textos el ingenio se impone siempre al artificio, Allen prestidigitador parece que repite siempre el mismo truco pero nunca se sabe lo que acabará sacando de la chistera. Los relatos que componen el libro podrían subdividirse en crónicas de costumbres y parodias culturales. La literatura y el cine, de la mano o por separado, son campo abonado para los dardos de un experto en ambos terrenos. En Pluma de alquiler, García Márquez llama por teléfono a un productor de Hollywood solicitando que le encargue más novelizaciones de películas para llevar provisiones a su despensa. La llamada acabará de convencer a un prestigioso escritor reacio a firmar un contrato para novelar una película de Los Tres Chiflados. La descripción de una escena muda de presunta comicidad a cargo del gran hombre rompe todos los moldes: "Tranquilamente y sin razón aparente, el hombre de pelo oscuro agarró la nariz del hombre calvo con la mano derecha y lentamente se la retorció trazando un amplio círculo en el sentido contrario a las agujas del reloj...". Sufrimos, dijo el hombre de pelo oscuro. "¡Ay la azarosa violencia de la existencia humana!".

Sófocles y Freud, Rilke,

Proust, Wagner y Mahler, entre otras luminarias, son convocados a menudo como corifeos y comparsas de la farsa, como ingredientes de su explosiva cocina. Así comió Zaratustra tiene un argumento casi idéntico al de un relato de Sin plumas, una de sus primeras obras, allí sesudos eruditos discrepaban sobre el significado de las facturas de la lavandería de un afamado filósofo, aquí se examinan con detenimiento y sustancia las teorías y prácticas dietéticas de Zenón, Esquilo, Tomás de Aquino, Descartes, Leibniz, Schopenhauer, Hegel o Nietzsche. La dieta Nietzsche, es la favorita del autor, muy por encima de la que se recoge en el Tractatus sobre las féculas de Kant. Pura anarquía es un menú ilustrado para gourmets de la cocina, nada kosher, de este anarquista neurótico y sentimental.

El cineasta neoyorquino Woody Allen visto por Tullio Pericoli.
El cineasta neoyorquino Woody Allen visto por Tullio Pericoli.

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