El Tribunal Supremo de Irak confirma la pena de muerte para Alí el Químico
El primo de Sadam Husein será ejecutado por la matanza de más de 100.000 kurdos en 1988
Alí Hasan al Majid, más conocido como Alí el Químico, será ejecutado. El Tribunal Supremo de Irak confirmó ayer las sentencias de muerte contra él y dos de sus colaboradores, Husein Rashid y Sultán Hashim, considerados responsables del asesinato de más de 100.000 kurdos en la campaña de Anfal de 1987 y 1988, en la que se empleó gas mostaza. La sentencia deberá cumplirse en un plazo de 30 días. Sadam Husein, primo de Alí el Químico y que también estaba acusado de las matanzas de Anfal, fue ejecutado por otro caso el 30 de diciembre.
Aref Shahim, presidente del Tribunal Supremo, explicó ayer que los tres condenados fueron hallados culpables de genocidio y crímenes contra la humanidad y que las sentencias podrían cumplirse en cualquier momento dentro del plazo legal de 30 días.
Alí el Químico recibió ese sobrenombre por haber aceptado el encargo de Sadam Husein de castigar a los kurdos iraquíes, a los que el régimen consideraba traidores por su supuesta complicidad con Irán durante la guerra del Chat el Arab, que enfrentó a los dos países entre 1980 y 1988.
La matanza más conocida de aquella campaña tuvo lugar entre el 15 y el 19 de marzo de 1988 en Halabja, donde más de 5.000 personas murieron a causa de los gases lanzados. Ese año, Alí el Químico era responsable del partido Baaz en Kurdistán, Sultán Hashim era ministro de Defensa y Husein Rashid, jefe de la Guardia Republicana.
Los tres son suníes y con su ejecución serán siete los altos cargos del régimen de Sadam Husein ajusticiados desde el derrocamiento del régimen. Sadam fue ahorcado el 30 diciembre y su vicepresidente, Taha Yasín Ramadán, lo fue en marzo.
En Estados Unidos, mientras, prosigue el intenso debate político en vísperas de la presentación en el Congreso del informe sobre la situación en Irak, considerado clave para determinar la estrategia en los próximos meses.
Si el día anterior se aseguraba en un libro que la disolución del Ejército iraquí (aprobada en mayo de 2003 y ahora considerada catastrófica) se decidió sin el conocimiento del presidente, ayer fue el entonces administrador estadounidense en Irak, Paul Bremer, quien ofreció la versión contraria. El antiguo virrey facilitó varias cartas a The New York Times con las que trata de demostrar que George W. Bush tuvo conocimiento previo y que dio su aprobación y pleno apoyo.
En una misiva fechada el 22 de mayo de 2003, Bremer sugirió al presidente estadounidense desmantelar el Ejército iraquí, a lo que Bush contestó: "Has tenido un impacto rápido, positivo y significativo. Tienes todo mi apoyo y confianza".
Bremer remitió las cartas al diario después de leer algunos extractos incluidos en el libro Muerte segura: La presidencia de George Bush, de Robert Draper, en los que el mandatario estadounidense sostenía que la "política era mantener intacto al Ejército" iraquí, algo que reconoció "no sucedió".
Por otra parte, la oficina de presupuestos del Congreso publicó ayer un informe en el que asegura que la violencia en Irak "permanece alta" y que se han producido pocos avances políticos pese al aumento de 30.000 soldados al comienzo del año. El avión presidencial aterrizó el lunes en una base de EE UU en la provincia de Al Anbar para demostrar que se están produciendo avances en la provincia más violenta. Una afirmación que aún no está respaldada por todas las cifras. De los 79 militares estadounidenses muertos en julio, 20 perdieron la vida en Al Anbar. Hubo más de 100 incidentes a medidos del mes pasado en esa provincia, una mejora, pues es un número cuatro veces inferior al del año pasado en la misma fecha.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.