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Reportaje:

El 'otro' cine

Se cumplen 75 años del nacimiento del cine 'amateur' en Cataluña, un género que prescinde del gusto del público

De la semilla que plantaron los hermanos Lumière en 1895 nació un árbol que se ramificó en dos partes. Por una parte, el cine comercial, que rápidamente alimentó una poderosa industria y se transformó en un producto de entretenimiento para las masas. Por otra, un cine alejado del mercado, no condicionado por el gusto del público y que con el tiempo ha recibido numerosos apellidos: underground, marginal, independiente, amateur, experimental...

Este año se conmemora el 75º aniversario del nacimiento del cine de aficionados en Cataluña. Tres cuartos de siglo de historias en movimiento hechas por realizadores y actores no profesionales que nunca llegaron a la gran pantalla. Producciones modestas, pero llenas de imaginación, que en su mayoría sólo se exhibieron en festivales especializados.

"Todo es cine 'amateur': fiestas, tradiciones, escenas de la vida familiar", dice Soler

"El cine amateur siempre ha dado prioridad a las imágenes por encima de las palabras. Desde sus inicios siempre se caracterizó por el atrevimiento en el uso de la cámara, la expresividad del gesto, los planos detalle... Cuando el cine era mudo, las películas comerciales usaban rótulos para reforzar el seguimiento de la historia. Los cineastas amateurs no", explica Encarnació Soler, doctora en Historia del Arte y presidenta de Cinemarescat, una asociación dedicada a la recuperación y conservación de películas antiguas.

En 1932, el Centro Excursionista de Cataluña crea la sección de cine y ese mismo año se convoca el primer concurso de cine de aficionados de Cataluña, al que se presentan 44 películas. Para entonces la fiebre por filmar cualquier cosa ya se había apoderado de mucha gente. Ciudadanos de todo el mundo acudieron cámara en mano a la Exposición Universal que se celebró en Barcelona en 1929. Y dos años más tarde la plaza de Sant Jaume se llenó de aquellos proyectores rudimentarios para inmortalizar a Francesc Macià mientras proclamaba la II República desde el balcón de la Generalitat. "Aquellas grabaciones también eran cine amateur", sostiene Soler. "Fiestas, tradiciones, la vida familiar, oficios perdidos, etcétera. Todo vale. En 1933, por ejemplo, tenemos un testimonio excepcional: la primera filmación de una cesárea que hicieron dos médicos catalanes", añade.

En 1935 se convocó en Sitges el I Congreso Internacional de Cineastas Amateurs. Aquel encuentro fue el embrión de la Unión Internacional de Cine Amateur (Unica), organización creada en 1937 y que pervive en la actualidad.

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Muchos de aquellos pioneros dejaron de filmar después de la Guerra Civil, pero rápidamente surge una nueva hornada. "Cuesta mucho arrancar. Pero salen películas como Porta closa, de Enric Fité. Se presentó en el festival de la Unica en Estocolmo representando a España con los títulos de crédito en catalán. Es un misterio cómo pasó la censura, pero se llevó todos los premios", afirma Soler. "Trata sobre la muerte de una hija, y de cómo los padres se reponen con el nacimiento de otro hijo. Simboliza la esperanza de un cambio político en aquella época", señala la historiadora del arte.

En la década de los años cincuenta irrumpe el color y en los sesenta la súper 8, una cámara mucho más económica y menos pesada que las demás. "Los clásicos la despreciaron al principio porque pensaban que se haría cine de menor calidad, pero luego se popularizó y cambiaron de idea".

"El cine amateur es el privilegio de abrir las puertas prohibidas", dijo el escritor y pintor francés Jean Cocteau a mediados del siglo pasado. Las nuevas cámaras propiciaron un tipo de cine comprometido que reflejaba hechos culturales, sociales y políticos críticos con el franquismo. También son años en los que proliferan los certámenes de cine de aficionados al tiempo que se acumula una extensa obra fílmica.

A veces la línea que separaba el cine amateur del profesional ha sido muy delgada. A lo largo de estos 75 años ha habido películas que fueron concebidas como amateurs pero luego fueron proyectadas en salas comerciales. En el caso de los cineastas, algunos de ellos han cruzado uno u otro lado de la frontera "Sobre todo al principio, algunos cineastas vieron en el cine amateur una nueva manera de expresarse, más libre. Pero es cierto que para otros fue un tránsito hacia el cine profesional. En aquella época no había escuelas de cine y era la única manera que tenían de aprender", explica Soler.

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