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Reportaje:El deterioro de los espacios públicos

La plaza de Catalunya cae en el olvido

Los espacios céntricos de Barcelona son una muestra de cierta dejadez municipal

Un hoyo aquí, un roto allá y acullá, una loseta partida. Eso es la plaza de Catalunya, donde hay más de un centenar de baldosas partidas. No importa por dónde se entre ni por dónde se salga: la sensación de abandono es general. El Ayuntamiento de Barcelona, consultado al respecto, sostiene que se hace lo que se puede. La degradación, sin embargo, le ha ganado la partida a las brigadas municipales de mantenimiento.

La situación de las losetas, sean las de la estrella o las del resto, es lamentable
La ordenanza obliga a mantener el espacio urbano limpio, pulcro y adornado

La plaza de Catalunya es la rótula que engarza la ciudad vieja con el ensanche. Y ha sido, desde siempre, un espacio sin solución urbanística en el que se han ensayado diversas organizaciones para el espacio urbano sin que ninguna acabe cuajando. La última reforma, en 1998, produjo el ensanchamiento de las aceras de la zona sur, aprovechando la construcción del edificio denominado triangle, que se encuentra entre la plaza y las calles de Pelai y Vergara. El centro, en cambio, que es la zona más castigada, no se tocó apenas.

La situación de las losetas, tanto de las que forman la estrella central como las del resto, es lamentable: un montón de ellas están rotas y muchas más, simplemente agrietadas. Las hay por doquier y en no pocas cabe perfectamente el pie entero de un jugador de baloncesto. Incluso, casi, la pelota.

No están en mejor situación los pavimentos que dan la vuelta a la estrella, donde hay también abundantes hoyos que se han convertido en una trampa para el peatón desprevenido.

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Poco antes de la última reforma, la de 1998, se había instalado la escultura de Subirachs en la confluencia de la plaza con La Rambla y se había cambiado la orientación de la Deessa de Clarà. Ahora mira hacia el paseo de Gràcia y hay quien sostiene que es para que no tenga que ver la otra escultura, la de Subirachs, a cuya sombra no crece la hierba. Desde luego, los parterres que rodean a esta pieza se hallan agostados. Algunas briznas de verde entre un montón de plantas de tono pajizo muestran la sequedad del ambiente en un verano que no ha sido especialmente seco.

Lo mismo ocurre en los aledaños de la fuente situada en la zona opuesta: la hierba es amarilla. Y eso que cuenta con abundantísimo estiércol: el que proporcionan los cientos de ratas del aire, también llamadas palomas, que ocupan el terreno. Hace tiempo, algunos turistas (y también los lugareños) se atrevían a tumbarse en lo que entonces era césped. Ahora, todo el espacio ha sido colonizado por las palomas, que han terminado por expulsar al hombre. Y las palomas son cualquier cosa menos limpias.

La zona embaldosada, en cambio, no adolece de suciedad. La actuación de las brigadas de limpieza se nota. Más de día que de noche, pero se nota. Lo que no evita que junto a las papeleras se acumule con las horas de todo un poco, incluidas cajas de cartón de tamaño medio que, a juzgar por la inscripción, han sido utilizadas por los vendedores de vezas que sirven para alimentar a los bichos alados que se han apropiado de la plaza.

La plaza de Catalunya depende, administrativamente, del distrito del Eixample, cuya concejal responsable es Assumpta Escarp.

La plaza es utilizada de forma masiva en muy pocas ocasiones: la Mercè y la Nochevieja. Es posible que algunos de los desperfectos que se aprecian en el suelo de este espacio público tengan su origen en alguna de estas celebraciones. Desde hace un par de años, el consistorio cierra el centro a los jaraneros que, por motivos ignotos, habían decidido utilizar la plaza para romper botellas a millares, una actividad supuestamente lúdica que ahora está prohibida por la ordenanza municipal.

La ordenanza, aprobada casi con prisas por el anterior equipo de gobierno, coincide en afirmar, tanto en su exposición de motivos como en su artículo primero, que el objetivo que persigue es preservar el "espacio público como lugar de convivencia" para que la gente pueda utilizarlo libremente para el ocio, el entretenimiento y el encuentro.

El artículo 19 establece, además, la obligación de mantener el espacio y el paisaje urbano (del que también forma parte la plaza de Catalunya) "en condiciones de limpieza, pulcritud y ornato". La ordenanza se hizo pensando que quien incumpliría la norma sería el ciudadano particular. ¿Cabe que la incumpla el propio consistorio?

La sabiduría popular dice de un suelo que está limpio que en él se puede comer sopa. No es el caso de la plaza de Catalunya de Barcelona. Y no tanto por sucio como por agrietado. El caldo acabaría en el subsuelo. Véase arriba el tamaño de las roturas, comparado con una paloma, dueña del espacio; abajo, una visión general de la situación.
La sabiduría popular dice de un suelo que está limpio que en él se puede comer sopa. No es el caso de la plaza de Catalunya de Barcelona. Y no tanto por sucio como por agrietado. El caldo acabaría en el subsuelo. Véase arriba el tamaño de las roturas, comparado con una paloma, dueña del espacio; abajo, una visión general de la situación.TEJEDERAS

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