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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Carne de cañón

Una historia posible del cine de terror podría consistir en la crónica de los sucesivos tabúes de representación que el género ha volatizado. El presente sería, en ese contexto, un capítulo un tanto incongruente: tras años de un cierto conservadurismo -que, a la vez, implicó un cierto infantilismo-, vuelve a ser celebrado como novedad algo que el género ya había conquistado en los setenta. Muchos apólogos del cine de terror -y, entre ellos, Robert Rodríguez y Quentin Tarantino, en un acceso de generosidad digno de mejor causa- han aplaudido el debut del australiano Greg McLean por su áspera y directa representación de la violencia: lo cierto es que en Wolf Creek no hay nada que el aficionado con memoria no haya visto antes (y probablemente mejor), lo que no quita que en McLean se apunte un marcado talento por el encuadre inquietante y el control de la atmósfera.

WOLF CREEK

Dirección: Greg McLean. Intérpretes: John Jarrat, Nathan Phillips, Cassandra Magrath, Kestie Morassi, Gordon Poole. Género: terror. Australia, 2005. Duración: 104 minutos.

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Fórmula para morirse de miedo

Esquemático relato -basado, al parecer, en un caso real de la crónica negra australiana- de mochileros masacrados por paleto sádico, Wolf Creek se inscribe dentro de esa reivindicación estética de las caligrafías abruptas del terror americano de los setenta, sección Tobe Hooper, que hermana a no pocos jóvenes leones del género. No estamos, por suerte, ante la suciedad de síntesis, casi afectadamente publicitaria, de algunos recientes remakes de clásicos de la época. Tampoco estamos, por desgracia, ante un trabajo que, como los de Rob Zombie y Eli Roth, sepa dar una consecuente y contemporánea vuelta de tuerca a esas viejas retóricas. Wolf Creek es una escueta tarjeta de presentación, rodada con cuatro duros y cierta habilidad para sacar de las piedras una cierta expresión primaria: planea sobre el conjunto, no obstante, un considerable porcentaje de incertidumbre sobre el porvenir de un cineasta que quizás no acabe siendo otra cosa que un manufacturero de horrores industriales.

Revelación gore en el festival Sundance de hace un par de años, Wolf Creek ha tenido tiempo de ser acusada reiteradamente de misoginia por buena parte de la crítica americana: lo que este crítico lamenta es que McLean se haya esforzado tan poco por convertir a las víctimas de su ficción en algo más que mera carne de cañón. La película no parece tener otra aspiración que la de postularse como túnel del horror al aire libre, reduciendo el discurso no ya a lo esencial, sino directamente a lo esquelético. Habrá, por supuesto, quien tenga suficiente con esto.

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