Gibraltar, escala de submarinos nucleares
La llegada de un nuevo sumergible revive en Algeciras la oposición que despertó el 'Tireless'
La base naval de Gibraltar vuelve a estar en el punto de mira de los habitantes del Campo de Gibraltar ante la llegada el pasado lunes de un nuevo submarino a propulsión nuclear. Se trata del USS San Juan, un sumergible de la Armada estadounidense de 110 metros de eslora por 10 de manga y una tripulación de 140 hombres. Permanecerá en la base hasta las 14.00 del viernes.
La llegada de este submarino ha vuelto a generar polémica, a pesar de que el diputado socialista por Cádiz, Salvador de la Encina asegura que el Gobierno "fue puntualmente informado de su visita". La escala del submarino
Una escala que, aunque sólo servirá de avituallamiento a la tripulación, ha vuelto a ser contestada por los ecologistas de la zona. Antonio Muñoz, portavoz de Verdemar-Ecologistas en Acción, insistió ayer en que "esta clase de naves son auténticas bombas flotantes". Muñoz pidió de nuevo que no recalen en aguas de la bahía de Algeciras, donde en su opinión se ha corroborado hace tan sólo unos días la falta de seguridad en el tráfico marítimo "por la actitud de las autoridades de Gibraltar que siguen incumpliendo las labores de control y las normativas comunitarias acerca del abastecimiento de buques".
"Esta clase de naves son auténticas bombas flotantes", sostiene un portavoz ecologista
Ante esta petición, las autoridades españoles consideran que nada se puede hacer. "Mientras la base naval de Gibraltar siga perteneciendo al Reino Unido, es imposible impedir que submarinos nucleares fondeen en ella", sostiene Salvador de la Encina. El parlamentario se refirió al acuerdo adoptado en el último encuentro del foro entre España, Reino Unido y Gibraltar, mediante el que el Ministerio de Defensa británico se compromete a "no reparar ninguna avería por pequeña que sea en un submarino a propulsión nuclear".
Esto fue lo que ocurrió en 2000, durante el Gobierno del PP, con la reparación del HMS Tireless. Este sumergible llegó a Gibraltar el 17 de mayo de 2000 con una avería en el sistema de refrigeración del reactor nuclear y permaneció en la base naval gibraltareña hasta el 7 de mayo de 2001, casi un año después. Su presencia sirvió para encender la mecha de las protestas contra de la estancia de estas naves en las aguas de la Bahía de Algeciras, como se plasmó en una manifestación de más 60.000 personas, la más secundada en la historia del Campo de Gibraltar.
Poco después, en diciembre de 2001 llegó a Gibraltar el Superb, un submarino perteneciente a la Royal Navy. A éste le siguieron en escala rutinaria el Oklahoma City, un submarino estadounidense al que la Unión Europea expedientó en 2002 por colisionar al emerger en las proximidades de Gibraltar con un buque noruego. Antes, las autoridades gibraltareñas guardaron silencio ante la pérdida de una pieza radiactiva en el fondeadero de la base naval.
También preocupó en la zona la llegada a puerto en febrero de 2005 del HMS Sceptre, que había tenido varias averías en su reactor nuclear en 1995, 1998, 2000 y 2002. Su estancia fue corta al igual que las escalas de los submarinos HMS Trenchant, HMS Sovereing y USS Albany. Fue 2004, por tanto, uno de los años en los que más naves nucleares visitaron el Peñón, por lo que España empezó a exigir al Gobierno británico una garantía escrita de que no se llevarían a cabo más reparaciones de submarinos en Gibraltar.
Aprovechando el diálogo abierto en el seno del foro tripartito sobre Gibraltar, el Gobierno español reiteró su petición en julio de 2005. Desde esa fecha, fueron varios los submarinos que visitaron, siempre en escala de rutina, la base naval de Gibraltar, lo que no sirvió para que los grupos ecologistas de la zona permaneciesen callados. Así se volvió a protestar por la actitud de las autoridades británicas cuando el HMS Trenchant recaló en aguas de la Bahía en septiembre de 2005, o un mes después cuando se tuvo constancia de la presencia del HMS Turbulent.
A pesar de su incomodidad, el inicio del diálogo propició que le el Gobierno español no fuese más allá de las meras protestas públicas. En octubre de 2005, sin embargo, el Gobierno logró que el director general para Asuntos de Europa del Foreing Office, Dominick Chilcott, manifestase que "el Reino Unido se está planteando dejar de utilizar la base militar de Gibraltar para reparar submarinos nucleares".
Lo que no impidió ni impide, en la actualidad, que sigan llegando submarinos nucleares a la colonia británica, como evidencia la presencia del USS San Juan ahora y antes el HMS Torbay, un sumergible británico de la clase Trafalgar que arribó a la colonia el 7 de diciembre de 2005.
En 2006, fueron seis los sumergibles a propulsión nuclear que recibieron asistencia en la base naval del Peñón. El HMS Superb, que en 2000 había sufrido una avería en el reactor nuclear, teniendo que someterse su tripulación a controles médicos, el USS Memphis, el HMS Vanguard o el USS Toledo. El HMS Sovereing volvió a recalar el 17 de agosto de 2006 con un problema en sus turbinas y el mismo día el HMS Trafalgar cambió su tripulación y se abasteció de víveres. A pesar de las protestas de los ecologistas, la presencia de submarinos en el Estrecho de Gibraltar es hoy por hoy irremediable, según reconoce el Gobierno. La incógnita se encuentra en qué hará el Ministerio de Defensa del Reino Unido en caso de que alguna de estas naves llegue a Gibraltar averiada.
El 'New Flame' pierde resistencia
La extracción de las 500 toneladas de fuel que permanecen a bordo del 'New Flame', el carguero semihundido frente al peñón de Gibraltar desde hace 17 días, fue reanudada ayer a las 14.00, según los expertos de la empresa griega Tsavliris, contratada por la propietaria del barco, Transmar Shipping, para el rescate.
La operación se retomó después de varios días de inactividad debido al temporal que impidió el trabajo de los expertos. El fuerte oleaje también ha minado seriamente la resistencia del carguero, que ha bajado del 60% al 35%, según comprobaron los buzos que se sumergieron el lunes. Esto significa que aumenta el riesgo de rotura del casco del barco, algo que se había descartado en los días anteriores.
Ante esta situación, los expertos plantearon ayer la posibilidad de agilizar el proceso de rotura a través de explosiones controladas, pero esta fase del plan no se desarrollará mientras no sea necesario, ya que la mejoría de las condiciones meteorológicas va a permitir continuar de momento con la extracción del gasóleo. Además, el carguero porta 42.000 toneladas de chatarra.
Ayer, además, se personó ante la Corte de Justicia de Gibraltar el capitán del 'New Flame', Demetrio Konstantino, que fue detenido por la fuga del barco del puerto de Gibraltar sin autorización, lo que provocó la colisión con el petrolero 'Torm Gertrud'. Konstantino tendrá que personarse de nuevo ante la justicia gibraltareña el martes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.