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Reportaje:

El calvario del soldado Rubio

Un ex militar pleitea desde 1995 para que se le reconozca una pensión por un accidente en Bosnia

Ginés Donaire

"Yo quería ser militar, amaba esta profesión y juré dar mi vida por España, pero lo que nunca pude imaginar fue que acabaría humillado, traicionado y abandonado por el Ejército". El soldado jiennense Juan Rubio Moral no puede ocultar su emoción e impotencia cada vez que rememora el giro que dio su vida el 23 de febrero de 1995, cuando estaba destinado en una misión de paz en Medjugorje, en la antigua Yugoslavia. Aquel día cayó de su litera, lo que le produjo en primera instancia una hidrocefalia -dilatación anormal de las cavidades del encéfalo- y, posteriormente, una narcolepsia -enfermedad caracterizada por accesos de somnolencia irresistibles-, que lo dejaron incapacitado y le obligaron a dejar el Ejército con una indemnización de 5.606 euros.

"La caída de la litera fue consecuencia de la sobrecarga de trabajo que tenía"

Doce años después, Juan Rubio aún sufre secuelas físicas severas -en septiembre será intervenido de nuevo para cambiarle la válvula que tiene instalada desde la cabeza hasta el estómago-, pero lo que más le duele es el olvido al que dice que le ha condenado el Ministerio de Defensa.

Desde que en 1998 fue declarado no apto para el servicio, Rubio emprendió una batalla jurídica, tan infructuosa como desesperante, para que se reconociera su incapacidad y el derecho a percibir una pensión. Fue perdiendo uno a uno todos los pleitos, los de la jurisdicción militar y los de la vía penal, y sólo está a expensas del pronunciamiento del recurso contencioso-administrativo que interpuso ante la Audiencia Nacional.

El soldado jiennense fue destinado a Medjugorje, en Bosnia-Hercegovina, a principios de 1995, como componente de la Agrupación Extremadura. Participaba en una misión de paz internacional y su trabajo consistía principalmente en escoltar a los convoyes. "Las horas de guardia eran abusivas. La caída de la litera fue precisamente una consecuencia de la sobrecarga de trabajo que tenía", asegura Rubio mientras enseña un informe de 1997 en el que el Tribunal Médico del Ejército admite la relación causa-efecto entre la hidrocefalia que padece y el accidente sufrido.

Dos años después del accidente se le reconoció un grado de minusvalía del 40%. Sin embargo, Juan Rubio no fue llamado a revisión cuando el Congreso aprobó en 2001 el Real Decreto de Pensiones para los Militares Profesionales de Tropa y Marinería, que comprendía una revisión de oficio de todos los expedientes. La ausencia de revisión provocó que Defensa dictaminara que no cumplía los requisitos para reconocer su grado de minusvalía. Un auténtico jarro de agua fría, sobre todo si se tiene en cuenta que la Junta de Andalucía, basándose en el mismo Real Decreto, le había reconocido también un nivel de minusvalía del 39%.

"¿Quién miente aquí?", se pregunta Rubio, que ha sido intervenido en dos ocasiones de hidrocefalia y sufre importantes trastornos derivados de la narcolepsia. También ha sido tratado en el área de Salud Mental de Jaén por su "comportamiento explosivo con inestabilidad emocional".

Fuentes del Ministerio de Defensa se han remitido a las distintas sentencias de este caso y recuerdan que el militar no recurrió en su día el reconocimiento de la minusvalía del 40%. Además, insisten en que Rubio Moral no cumple los requisitos exigidos en el decreto que regula la concesión de pensiones.

"Hubiese querido morir, porque al menos hubiera muerto con honor por España", alega él.

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