El combate del siglo
Presentado como un Alí-Frazier, del duelo Gay-Powell saldrá el atleta más rápido y, posiblemente, un nuevo récord mundial
Por retórica, que no quede. Por velocidad, tampoco. Ni por deseo. Tras los asaltos de tanteo, una serie de toma de contacto y disimulo, otra de mensajes entre líneas, Tyson Gay, el mejor de Estados Unidos, 9,84s este año, y Asafa Powell, el tremendo jamaicano, 9,77s en 2005 y 2006, plusmarquista mundial de los 100 metros, se verán las caras, pasillo con pasillo -si en las semifinales (13.10, hora peninsular española), una hecatombe no lo impide- a las 14.50. El combate del siglo entre dos atletas que, curiosamente, aún no han conseguido ninguna medalla de oro, ni mundial ni olímpica. Algo así como un Alí-Frazier, el duelo pugilístico que paralizó el planeta en los años setenta. O, al menos, así lo publicitan los medios que buscan en el enfrentamiento, el primero directo que viven los 100 metros entre dos atletas de nivel muy parejo quizás desde los Lewis-Johnson de finales de los años ochenta, un medio para devolver al atletismo, decaído también ante la opinión pública por los problemas del dopaje, parte del lustre y el esplendor que le corresponden.
Pero tampoco es que Gay, de 25 años, sea Lewis -le falta su carisma, su capacidad de liderazgo sobre toda una generación, su sentido global del atletismo-, ni Powell sea Johnson, con el que comparte la sangre jamaicana, pero no su ambición desmedida, su ferocidad. Los dos son atletas del nuevo siglo, casi tímidos para ser velocistas, de hablar suave y palabras medidas. Pero de soberbia sin límites también. Y los dos están en forma, por lo que cada vez parece menos descabellado que el enfrentamiento sobre la pista mágica de Osaka termine en nuevo récord del mundo. Eso sí que generaría titulares, se supone.
Lo que generó el primer día fue un aumento de la tensión subterránea, del intercambio de señales entre ambos atletas. Primero, en las series matinales, en las que ambos se esforzaron en correr lo más despacio posible dentro de un límite, lo que les causó problemas, lo que fue ligeramente absurdo. "Es tan rápida esta pista que me costó trabajo frenarme. Quería correr en 10,30s y no pude. La pista no me dejó", fanfarroneó Gay, que terminó segundo, en 10,19s, dejando el honor de la victoria para complacencia del público en el japonés Asahara. Unos minutos después, Powell le imitaba de manera más ostentosa aún. El jamaicano limitó su esfuerzo a los primeros 50 metros, los de puesta en acción, que efectuó de manera espléndida, poderosa y relajada a la vez, y luego se echó a andar, literalmente casi, contemplando en la pantalla gigante del estadio el devenir de la carrera, los esfuerzos de sus rivales para pasarle, lo que sólo consiguió Bledman, de Trinidad y Tobago, con 10,29s (10,34s para Powell).
La diferencia principal entre ambos atletas, que no han perdido ninguna de las cinco finales que han disputado cada uno este año, la constituyó la salida. Lento Gay -quien, además, extremó las precauciones al haberse dado una nula en su serie-, eficaz Powell.
La salida fue también el problema, no principal, sino único, del portugués Francis Obikwelu, el doble campeón de los 100 y los 200 metros en los Europeos de Gotemburgo y que podría aspirar, razonablemente, a pelear por el bronce con Derrick Atkins. Sin embargo, no le será posible. De una manera absolutamente absurda, Obikwelu se arriesgó en la segunda salida de su serie después de un nulo. Otro elemento absurdo -la regla que dice que el segundo nulo, sea de quien sea el primero, acaba con el infractor en la calle- dejó al atleta de Pascua, que tampoco llevaba una temporada brillante, fuera de juego.
Y la salida volvió a ser un asunto importante en los cuartos de final de la tarde. Buena la de Powell, quien, en la primera serie y con 0,8 metros por segundo de viento a favor, se esforzó para ensayar lo que correrá hoy y ganó con 10,01s desacelerando espectacularmente en los últimos diez metros. "Todo marcha según lo previsto", dijo; "esto es simplemente lo que esperaba, nada más". Mensaje de solidez y buena forma. Mal Gay, quien se durmió y salió el último, lo que le permitió efectuar una demostración alucinante de su capacidad de aceleración en los primeros metros, de su increíble frecuencia de zancada en la fase de velocidad punta. Corrió con viento en contra de 0,5 metros por segundo. Corrió en 10,06s. Devolvió el disparo a Powell: "La velocidad está ahí. Sólo necesito ajustar la salida y estaré preparado para la final".
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