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Debate en los medios

¿La difusión de las noticias de muertes de mujeres a manos de sus maridos provoca un efecto de "imitación" o de repetición? Esta pregunta surge con ocasión de la frecuencia y secuencia de estos hechos (ver EL PAÍS del 16 de julio de 2007). La respuesta no es nada fácil y la sociología, psicología y estadística tendrán algo que decir; pero resulta evidente que, en esta cuestión, juegan factores tales como la capacidad de crear opinión y la libertad de información de los medios de comunicación.

Nadie discute que los medios de comunicación han jugado un papel clave para que la violencia sobre la mujer en el ámbito de la pareja dejara de ser percibido como propio del ámbito privado -conflicto familiar a resolver por los afectados- y se convirtiera en un problema público, actual y de derechos humanos.

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Les debemos la difusión y actual generalización de la expresión "violencia de género" -utilizada en los documentos de la Conferencia Mundial de Mujeres de Pekín del año 1995 de la ONU- que sirve para señalar el factor cultural como causa principal de esta violencia y la describe como instrumento de dominación y poder, especialmente en el seno de la familia y el matrimonio.

A los medios de comunicación debemos que, desde la década de los años noventa, se iniciara el cómputo de las muertes de mujeres a manos de sus maridos, a diferencia de la mayoría de los países de nuestro entorno, que aún no han comenzado a cuantificar el problema. Las noticias de mujeres muertas a manos de sus maridos, desde entonces, dejaron de ocupar las páginas de "sucesos" de los periódicos y suelen ocupar otras secciones más serias y rigurosas.

Gracias a esta actividad y al movimiento de mujeres, ha aumentado el reproche social ante esta clase de violencia y los responsables políticos han tenido que incorporar en sus agendas este problema. Por eso en España existe más experiencia política en este problema y nuestras medidas legales se analizan en el resto de Europa; especialmente el abordaje integral iniciado con la Ley Integral contra la Violencia de Género en el año 2004.

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Pero como en todas las historias hay una parte buena y otra menos buena. Aún encontramos medios de comunicación que utilizan frases tradicionalmente vinculadas al encubrimiento cultural de estos hechos. Es el caso de expresiones que ofrecen justificaciones o aminoran el reproche, como "crimen pasional", o referencias a los celos como "causa" de la agresión. Con frecuencia encontramos medios que mezclan la historia de violencia con el sensacionalismo -especialmente en los titulares- y ponen el énfasis en detalles y descripciones excesivamente escabrosas o impactantes, como por ejemplo "el número de cuchilladas" que ha sufrido la víctima. También encontramos casos en los que, radio o televisión, alargan las informaciones por motivos de espacio o de tiempo, convirtiendo datos pocos relevantes en ejes de la noticia, como los testimonios de los vecinos que se refieren a lo educado y buena persona que parecía el agresor.

La ley Integral, cuando se refiere la difusión de informaciones relativas a la violencia sobre la mujer, dispone que se garantizará "con la correspondiente objetividad informativa, la defensa de los derechos humanos, la libertad y dignidad de las mujeres víctimas de violencia y de sus hijos. En particular, se tendrá especial cuidado en el tratamiento gráfico de las informaciones".

La ley es consciente de que la sociedad ha de estar informada de los casos de vulneración de derechos de las mujeres en el ámbito de la familia; y lo que propone es un correcto tratamiento de tales noticias. Cómo conseguirlo no lo dice, quizá por la dificultad y los riesgos no deseables de eventuales controles externos a la libertad de información; pero algunos medios periodísticos ya han puesto en marcha algunas medidas, como decálogos orientativos de la actuación profesional o cursos de formación a redactores y periodistas dedicados a cuestiones de igualdad y derechos humanos. Estas medidas podrían dar mejor resultado si la temática está prestigiada y la formación la reciben todos aquellos que han de trabajarla.

La información periódica ha de desempeñar un doble servicio: comunicar una información objetiva de los principales acontecimientos que suceden en la sociedad; y establecer una exposición clara de las opiniones o criterios que, sobre estos acontecimientos, puedan interesar a la opinión pública. Esta faceta de creadores de opinión hace tan importante la formación de los redactores y periodistas en las características de esta violencia, para que comprendan, por ejemplo, que las renuncias o perdones de las victimas forman parte del ciclo de la violencia y que existen expresiones propias de un encubrimiento cultural que debemos desterrar.

Inmaculada Montalbán Huertas es magistrada, experta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, y Premio Nacional del Consejo General del Poder Judicial.

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