El 'politódromo'
Hace unos días, el profesor Manuel Montero recordaba una de sus frases más felices para retratar nuestro modelo festivo. Remedando a Von Clausewitz, Montero escribía que en Euskadi "la fiesta es una continuación de la política por otros medios". Y ciertamente nada como pasear por el recinto festivo de la Aste Nagusia para comprobar cómo crecen, al cobijo de nuestras fiestas, las reivindicaciones públicas.
Los conflictos vinculados a la política del paisito siguen liderando la decoración festiva (presos y no presos se aprestan a imprimir presión con sus protestas a los probos que profesan en la Semana Principal) y hay que reconocer su esfuerzo por hacernos sensibles al mayor número posible de injusticias planetarias. Así, al disenso que despierta la política penitenciaria se le unen este año el debate en las infraestructuras (rechazo al Tren de Alta Velocidad) o el Derecho Internacional (boicot al Estado de Israel).
Los conflictos vinculados a la política siguen liderando la decoración del recinto festivo bilbaíno
La extrema izquierda vasca no puede decepcionarnos, y el doble objetivo de convertirnos en páramo subsahariano sin conexiones ferroviarias y partícipes del antisemitismo encaja en su mitológico delirio, pero sorprende que todo esto se haya acompañado de un virulento revivir de lo peor de nuestras fiestas, con guerras de banderas, agresiones a las txosnas desafectas e incidentes callejeros.
No parece que este día grande de la Semana Grande vaya a ser pacífico: marcha en pro de la autodeterminación y homenaje a la ikurriña. Y uno cree en la autodeterminación, aunque para defenderla también tiene derecho a elegir compañeros de viaje, sobre todo cuando hay viajeros que lo ponen todo perdido. En cuanto a homenajear banderas, sinceramente, suena tan rancio y tan casposo que mejor no opinar. A uno se le ocurren muchas maneras de pasar las fiestas antes que homenajeando una bandera. Bueno, a uno se le ocurren muchas maneras de pasar la vida antes que así.
Pero para homenajear trapos al viento tiene senderos aún más retorcidos: el Partido Popular está dispuesto a enjuiciar a nuestro alcalde si no ondea en Bilbao la bandera de España.¿De verdad no tiene esa gente otra cosa en qué ocuparse? A Basagoiti ya no le basta la fugaz izada de banderas en día grande, sino que exige mantenerla "de forma permanente". El cumplimiento de la ley (de una interpretación estricta de la ley) es la excusa para soliviantar a un amplio contingente de bilbaínos y confrontarse con sus sentimientos. ¿Es esa forma adecuada de hacer política? ¿Y de vivir las fiestas?
Propongo a la Administración municipal la creación de un nuevo servicio en fiestas: el politódromo. Habilítese en el parque de Etxebarria, o donde sea, una amplia extensión dedicada a la práctica y contrapráctica de la simbología nacional. El politódromo estaría dotado con puestos de tiro, cajeros de cartón piedra y mástiles para banderas, un aparejo donde todos nuestros tarados puedan ejercitar su pasión favorita: atentar contra txosnas pequeñoburguesas, urdir boicots contra el Estado judío, imponer el cumplimiento de las sentencias del Tribunal Supremo, organizar cárceles del pueblo vasco, organizar cárceles de España, quemar ikurriñas, banderas constitucionales, banderas republicanas... Toda clase de barracas para jugar a cumplir ora la ley estatal ora la voluntad del pueblo vasco.
El uso de las instalaciones se haría mediante pago de una tasa que permitiera conservar el complejo hasta el próximo año. En modo alguno se trata de frivolizar sobre nuestros problemas políticos, porque tales problemas existen, pero los obsesos de la política no tienen derecho a monopolizar incluso estos días de fiesta. Reúnanse donde crean oportuno y dense la murga de forma recíproca. Porque la mayoría estamos hastiados de todo esto. Háganme caso: el politódromo.
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