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Reportaje:

El respiro de André Masson

Cincuenta obras recuerdan la estancia del artista francés en España entre 1934 y 1936

"Soy feliz al escribirte que Tossa es buena para mi trabajo", decía el pintor francés André Masson (Balagny, 1896-París, 1987) desde su "exilio voluntario" de la costa de Girona en 1934. Los dos años que Masson pasó en España fueron prolíficos y permitieron al artista dar rienda suelta al color y a su afición por los toros y los clásicos de la literatura española. Medio centenar de obras realizadas en esa etapa componen la exposición André Masson en España, que ayer se inauguró en la sala de exposiciones de la BBK (Gran Vía, 32.Bilbao. Hasta el 11 de octubre)

"El color de mis cuadros es diferente al de los últimos hechos en París, en cuanto a su alma, espero que muestren un contacto más íntimo, más profundo con la naturaleza, así que es un gran paso hacia adelante", escribió Masson desde Tossa de Mar poco después de instalarse en el pueblo costero junto a su compañera, Rose, poco antes de contraer matrimonio en Girona con Joan Miró como testigo de boda.

La comisaria de la exposición André Masson en España, Martine Soria, explica que el pintor marcado por las amargas experiencias que vivió en la I Guerra Mundial encontró en España "un respiro", donde además de encontrar un nuevo entorno donde impulsar su carrera artística e iniciar una nueva relación de pareja, podía escapar de la sumisión al movimiento surrealista.

Masson no fue el único artista que se fijó en la costa de Girona. En Tossa de Mar, entonces un pequeño pueblo de pescadores, se reunieron en los años treinta del siglo XX numerosos artistas que buscaban un refugio de las turbulencias que afectaban a Europa. En el pueblecito catalán, "una caja escondida entre montañas", en palabras del poeta Joan Maragall, encontraron el sosiego que les faltaba en sus lugares de origen arquitectos, pintores, filósofos y escritores. Como André Masson se asentaron en la localidad marinera Albert Gleizes, Georges Bataille, Oskar Zügel, Marc Chagall, Dora Maar y Francis Picabia, entre otros. La mayoría emprendió la huida con el estallido de la guerra civil.

El recorrido cronológico del medio centenar de obras de la exposición - dibujos, acuarelas y óleos- comienza con dos obras datadas en 1933, poco antes de que Masson y su compañera comenzaran un viaje por España y llega hasta las obras que Masson concluyó en 1937 en París.

A la calma que Masson encontró en la costa de Girona, se sumó la alegría del nacimiento de sus dos hijos. "Trabajo aquí como nunca lo he hecho", escribía a los amigos que había dejado en París. En la felicidad que le rodeó en Tossa el pintor, integrante del incipiente grupo de surrealistas con los que rompió al chocar con las exigencias de Bretón, recogió las influencias de la luz mediterranea y su admiración por la cultura española, especialmente por Quevedo, Góngora y Gracián. Sus obras se llenaron de color al plasmar los paisajes españoles y de referencias a la literatura de Cervantes, con repetidas referencias a la figura de Don Quijote, y a la tauromaquia.

La guerra civil puso fin a la estancia de Mason en España. Atento a los acontecimientos políticos, se colocó del lado antifranquista. Soria recuerda que "herido por la violencia" desde la I Guerra Mundial su lucha por la paz "no era utópica" sino que fue un compromiso permanente.

La ocupación alemana de Francia obligó a Masson a abandonar otra vez su país. Entonces comenzó otra fructífera etapa en la que influyó decisivamente en la gestación del expresionismo abstracto de la Escuela de Nueva York.

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