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Reportaje:Alerta en el Caribe

El Dean pone a México en máxima alerta

El huracán, que ha causado 10 muertos en el Caribe, azota la turística península de Yucatán

El huracán Dean castiga hoy la península mexicana de Yucatán, aunque sin golpear directamente a Cancún y la Riviera Maya, donde se resguardan 7.000 turistas españoles, después de haber causado 10 muertos en el Caribe y masivos desalojos. Las plataformas petrolíferas mexicanas también fueron evacuadas. El precio del barril de petróleo se encareció al temerse que el ojo del huracán laminara las instalaciones del golfo de México, pero se abarató de nuevo al observar los satélites un desvío hacia áreas distantes de las plataformas petroleras y los principales centros turísticos. No obstante, el Gobierno mexicano estaba anoche listo para poner en marcha el plan de máxima alerta para emergencias por desastres naturales.

40.000 extranjeros han abandonado Cancún, zona en la que quedan unos 28.000 turistas
El ciclón mantenía ayer una ruta errática, pero parecía desviarse de los centros vacacionales
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Los centros hoteleros se blindan ante la llegada del huracán

El ciclón mantenía ayer una ruta errática, por lo que las autoridades mexicanas tomaron medidas en toda la península de Yucatán, especialmente en el sur del Estado de Quintana Roo, donde se decretó la alerta roja en varios municipios. Miles de soldados se desplazaron a la península de Yucatán. "Nada quedó a la imaginación, hemos transcurrido hasta por los peores escenarios para garantizar el bienestar de la población", declaró el secretario ministro de Gobernación [ministro del Interior], Francisco Ramírez, unas horas antes de que Dean golpeara las costas mexicanas.

Enclaves de las Islas Caimán, Martinica, Santa Lucía, Dominica, República Dominicana y Haití fueron estragados el domingo por las lluvias torrenciales, marejadas e inundaciones desencadenados por vientos de hasta 240 kilómetros por hora. Cuba tuvo más suerte: los turistas continúan de vacaciones y sólo el litoral sureste sufrió inundaciones leves.

Cerca de 40.000 extranjeros, la mayoría procedentes de Estados Unidos y Canadá, abandonaron Cancún y la Riviera Maya al anunciarse la amenaza, pero quedan cerca de 28.000, entre ellos los 7.000 turistas españoles. Las colas, el desconcierto, las preguntas y una frustración generalizada acompañan su espera. Las autoridades locales descartaron una evacuación masiva porque sus vidas no corren peligro al haber cambiado de rumbo el Dean.

Los turistas permanecen en hoteles de sólidas estructuras, acumulan agua y víveres y apuntalan las ventanas. Todos, incluidos los españoles, optarán por interrumpir sus vacaciones y volver a sus países de origen, o aceptar las alternativas ofrecidas por las agencias de viajes, entre ellas visitar las ruinas mayas. Los vuelos en el aeropuerto de Cancún fueron restringidos, pero se permitió el despegue y aterrizaje de los aviones fletados para evacuar a los turistas.

En las zonas turísticas de México como Cancún, Playa del Carmen o Tulúm, en la Riviera Maya, los grandes hoteles estaban semivacíos. Las autoridades pidieron desde el sábado a las líneas áreas que dejaran de llevar pasajeros y enviaran sus naves vacías para sacar a los paseantes ante la fuerza con que se anunciaba el Dean.

El huracán registra una velocidad de traslación de 33 kilómetros por hora, y azota hoy el este de la península de Yucatán, donde perderá fuerza, para recobrarla en su trayectoria hacia la bahía de Campeche, en el suroeste del golfo, antes de aterrizar mañana cerca de Tampico, según los partes meteorológicos.

Los habitantes de las zonas de mayor riesgo se alojaron en albergues. El Centro Nacional de Huracanes (CNH) de Estados Unidos, con sede en Miami, instó a proteger la vida de las personas porque el sistema tiene la categoría cuatro, ya temible, pero puede ganar organización e intensidad, carburado por las cálidas aguas caribeñas, y saltar a la cinco, la máxima, con vientos por encima de los 250 kilómetros por hora.

Las categorías no guardan, necesariamente, relación directa con los daños, que dependen de cómo interactúen los elementos atmosféricos asociados al huracán. Si éste llegara a moverse más al oeste-noroeste podría alcanzar los balnearios de Cozumel, Isla del Carmen e incluso Cancún.

El radio de acción de los vientos más fuertes, calculado desde el ojo del huracán, es de cien kilómetros, y la distancia entre la Bahía de la Ascensión, donde probablemente impacte el corazón de Dean, y Cancún es de 150 kilómetros: preocupante.

No obstante, las autoridades mexicanas aseguran que todo el mundo estará seguro si sigue las indicaciones. En el Estado de Quintana Roo, el gran imán turístico del Caribe mexicano, hay 538 refugios, de ellos 251 en las zonas hoteleras, para acoger hasta a 64.000 personas. Todavía tambaleante, la industria turística de Yucatán encaja otro varapalo. Hace dos años, los latigazos del huracán Wilma ocasionaron miles de millones de dólares en pérdidas.

La estatal Petróleos Mexicanos (PEMEX) retiró a más de 13.000 trabajadores de las plataformas petrolíferas y suspendió el envío de crudo por el puerto de Dos Bocas. Previsiblemente, el huracán no se abata sobre Tejas, cuyos habitantes se prepararon ante esa eventualidad, ni ralentice el ritmo de trabajo de los centros de producción y refinación en la costa estadounidense del golfo de México. El temor a que eso ocurriera llevó el encarecimiento del crudo en los mercados internacionales. El precio del barril bajó ayer más de 1,20 dólares para cotizarse en 70,80 dólares.

Dean, que ha obligado a la evacuación de cerca de un millón de personas, se alejó de las islas antillanas dejando 10 muertos y abundante destrucción. La población de Jamaica permaneció encerrada en sus casas, evitando los albergues, y los turistas se atrincheraron en sus hoteles. Las rachas de viento huracanado activaron marejadas profundas, tumbaron árboles, arrancaron techos y demolieron las viviendas más frágiles. La compañía de electricidad cortó el suministro para evitar daños mayores, se decretó el toque de queda en varias ciudades, y las patrullas militares, en tanquetas, abortaron todo intento de saqueo al amparo de la confusión y el cierre de comercios.

El Dean mató a tres personas en Haití, otras cuatro personas desaparecieron, y fueron dadas por muertas, y dos más perdieron la vida en Santa Lucía y Martinica. Las olas levantadas por las espirales del ojo del huracán destruyeron las precarias embarcaciones de numerosos pescadores, y arrasaron decenas de precarias edificaciones de República Dominicana, donde un chaval murió.

Decenas de jamaicanos caminan después del huracán por una carretera cubierta de barro cercana al aeropuerto de Kingston.
Decenas de jamaicanos caminan después del huracán por una carretera cubierta de barro cercana al aeropuerto de Kingston.REUTERS
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