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CONDENADA EN LA CIUDAD
Columna
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¿Aquí quién trabaja?

Patricia Gosálvez

Lista de tareas pendientes del Condenado en la ciudad:

- Aprovechar agosto para hacer todos esos recaditos eternamente aplazados. Gracias a la jornada intensiva, tiene las tardes libres, y como "los demás" sí se han ido de vacaciones, habrá menos colas. Yupi.

- Conseguir un pasaporte de los que tienen chip, por si acaso, algún día, el Condenado también tiene vacaciones. Él no es de esos que lo dejan todo para el último momento. Marcos, sí. Hace cola en una comisaría de centro. Lleva cuatro días intentando llegar antes de que se acaben los números. Por fin tiene uno. Lleva tres horas chupando cola y ha pegado la hebra con quienes le rodean. La conversación parte del axioma: "La burocracia es una vergüenza". Un tópico con peso de ley física, corroborado por miles de anécdotas personales. Marcos se marcha a África en quince días, pero su odisea ha empezado mucho antes. Lleva semanas atrapado en un círculo kafkiano burocrático, persiguiendo sellos como Astérix en Las 12 pruebas. No se ha vacunado de la malaria porque tiene más resistencia a la cagalera que paciencia para las colas. El Condenado se informa: en su ciudad sólo hay tres centros públicos para vacunarse, frente a los 20.000 ciudadanos que viajan a países donde hay malaria. Peor están los que necesitan de urgencia un DNI o un pasaporte. En Madrid (seis millones de personas) hacen documentos 30 comisarías y cinco están cerradas por obras. Según la policía, tras las ventanillas hay 160 funcionarios; según los sindicatos, son 45. Lo que está claro (una grabación se encarga de recitarlo en el teléfono de información 900 150 000 del Ministerio) es que abren sólo de 8.30 a 14.30, o de 9.00 a 14.00. Justo la jornada intensiva del Condenado, así que hará el pasaporte cuando tenga tanta necesidad como de coger la malaria.

PARTICIPE. Mañana, ¿por qué un mismo vuelo, varios precios? http://blogs.elpais.com/condenada_en_la_ciudad/

- Ser un indocumentado. El condenado asume que lo hace más por pereza que como crítica antisistema.

- Renovar el carné de conducir. Como no puede escaquearse otra vez del curro, el Condenado intenta ir y volver a las oficinas de la Dirección General de Tráfico en los diez minutos libres del café. No lo consigue. En la DGT abren de 9.00 a 13.45 de lunes a jueves, los viernes se van a las 13.30, porque ese cuartito de hora final, total, para qué.

- Dejar de conducir. El Condenado asume que el medio ambiente pesa tanto en la decisión como el tráfico, no encontrar sitio para aparcar y la pasta que lleva embargada en multas.

- Poner tapas a siete pares de zapatos. El zapatero tiene colgado el cartel de Cerrado por vacaciones. También el de la tintorería y la chica que le depila, porque el Condenado es metrosexual. Visitar el Museo Naval. Cerrado.

- Con ganas de quejarse a alguien de algo, el Condenado aprovecha que trabaja el día de la Virgen para llamar a Mattel. Lo hace a las 8.30, desde la oficina, que el teléfono de afectados es de pago. Todos los periódicos llevan en portada ese día lo de las barbies venenosas, en España hay 500.000 juguetes peligrosos, pero un contestador le informa de que, a pesar del marrón, la jornada empieza a las 9.00 y los días de fiesta son sagrados.

- Dejar de quejarse.

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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