Suráfrica revive el 'apartheid' con el juicio al ex ministro del Interior
Condena de 10 años a Vlok por el atentado contra un activista
El ministro del Interior surafricano entre 1986 y 1991, los últimos años del régimen del apartheid, Adriaan Vlok, fue condenado ayer a 10 años de cárcel por el intento de asesinato en 1989 del sacerdote y activista del Congreso Nacional Africano (ANC) Frank Chikane, actualmente asesor del presidente Thabo Mbeki.
Vlok, de 70 años -fue acusado junto con el ex director de la policía Johann van der Merwe y otros tres agentes-, llegó a un acuerdo con la fiscalía. A cambio de declararse culpable de los cargos evitaba pasar por la cárcel al quedar la sentencia en suspenso.
Vlok había realizado una llamativa admisión de culpa en 2006, cuando en un gesto de gran simbolismo lavó los pies de Chikane. Éste perdonó al ex ministro y el presidente elogió su actitud.
La levedad de la sentencia sirvió para que el representante de la fiscalía, Anton Ackerman, dijera que el caso Vlok no era un acto de venganza: "Esto no es el Proceso de Núremberg". Los surafricanos están acostumbrados a actos de perdón y contrición, dado el ejemplo de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, establecida durante la transición a la democracia hace 13 años y que garantizó la amnistía a aquellos que confesaron los crímenes cometidos y que mostraran su arrepentimiento.
Atentado con veneno
Vlok se presentó ante la Comisión y recibió amnistía, aunque entre los hechos confesados no figuraba el intento de asesinato de Chikane. Miembros de las fuerzas de seguridad consiguieron, en 1989, infiltrarse en la casa del reverendo, por aquel entonces secretario general del Consejo de Iglesias de Suráfrica, e impregnar su ropa con un veneno que alteraba el sistema nervioso central. Chikane sobrevivió tras días de enfermedad.
Si bien la Comisión de la Verdad, encabezada por el arzobispo anglicano y Premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, fue el instrumento para cauterizar una buena parte de las heridas del pasado y facilitar la transición, se quedó corta como elemento de justicia. Muchos de los crímenes cometidos durante el apartheid han quedado impunes. Los responsables de las atrocidades cometidas no comparecieron ante la Comisión y no son pocos los surafricanos que demandan una actuación de la fiscalía para identificarlos, perseguirlos y proceder a su procesamiento.
El caso Vlok es, en este sentido, una excepción, dado que fue el único ministro en comparecer ante la Comisión. Una vez jubilado y convertido en un devoto cristiano (a veces acude a la iglesia acompañando a Chikane), ha reconocido que, pese a desconocer las actividades de asesinato, torturas o secuestros cometidos por miembros de las fuerzas de seguridad, era su responsabilidad haberlo sabido.
En las puertas del Tribunal Supremo de Pretoria se concentraron ayer unos cuantos manifestantes que demandaban que Vlok sea juzgado como responsable de los abusos policiales durante el apartheid. Chikane, presente en la sala cuando se dio a leer el contenido del acuerdo judicial, continuó con el espíritu conciliador que caracterizó a la Comisión, cuyos trabajos finalizaron en 2003, y aseguró que esperaba que este caso ayudara a la reconciliación y no a abrir viejas heridas. El mero anuncio de que Vlok iba a ser juzgado ha dividido a los surafricanos entre los que consideran que los responsables últimos de los crímenes, aquellos que los decidieron y ordenaron, han salido muy bien librados del proceso, y los que opinan que juicios como el de Chikane abren viejas heridas.
Una de las personas que podría verse afectada es el ex presidente Frederik Willem de Klerk, premio Nobel de la Paz junto a Nelson Mandela por su contribución en desmontar el apartheid. De Klerk siempre ha negado su responsabilidad en crímenes y ha recordado que si se revisa la historia también se deberá juzgar la actuación del ANC.
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