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Fiestas de agosto

El malestar entre los vecinos de Gràcia crece por el ruido, la suciedad y el mal olor

La calle de Verdi gana el concurso de adornos por cuarta vez en cinco años

Las fiestas de Gràcia vivirán hoy su quinta noche. Miles de personas acudirán a beber y bailar por las calles del barrio, igual que lo hicieron anoche. El barrio comienza a resentirse de esta avalancha de juerguistas y crece el malestar entre los vecinos debido al ruido, la suciedad y el mal olor.

Por todas partes las calles están repletas de latas vacías, vasos de plástico, botellas, vidrios, restos de comida y todo tipo de residuos. Las papeleras y los contenedores no dan abasto y, conforme avanza la noche, la basura se acumula por el barrio. Tampoco los servicios portátiles son suficientes. No tienen agua ni papel, por lo que sus condiciones higiénicas empeoran notablemente a lo largo de las horas. Las calles se convierten en baños improvisados.

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Debido a estas molestias, los vecinos comienzan a quejarse. Muchos han huido de sus casas durante estos días, y los que quedan soportan la noche estoicamente. "Lo peor de todo es el ruido y el olor a orina. Pero es así todos los años, así que hay que aguantarse y divertirse todo lo posible durante estos siete días", asegura Mercedes, de 69 años, una vecina del barrio.

Las fiestas se están desarrollando sin incidentes destacables. Para evitar los graves conflictos de hace dos años, los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana permanecen en la periferia del barrio. A partir de las 2.30 horas, van desalojando a la gente -muy paulatinamente- de los lugares más concurridos, como la calle de Ros de Olano y la plaza del Poble Romaní. Hacia las tres de la madrugada, los más fiesteros se concentran en las plazas del Sol, de Rius i Taulet y de la Virreina. Entonces el ruido se intensifica. Algunos jóvenes, para evitar la confiscación de sus yembés y otros instrumentos de percusión, utilizan los contenedores y las señales de tráfico para hacer música. La policía actúa hacia las cinco y desaloja estos lugares. De momento, sin incidentes de mención. "Está siendo un año especial; hay menos incidentes que nunca", comenta un portavoz del Ayuntamiento.

Verdi una vez más

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Por cuarta vez en cinco años, la calle de Verdi obtuvo el primer premio en el concurso de adornos de calles y plazas. Eran los claros favoritos, y su esfuerzo artístico ha sido notorio. En su obra, La Ruta 66, los vecinos han reproducido la mitología de la popular carretera estadounidense, que conectaba Chicago y Los Ángeles.

Cadillacs, motoristas, policías, bares, gasolineras... la simbología de esta ruta ha sido recreada con gran imaginación. "Hemos trabajado en esto casi un año", cuenta Pedro Figuerola, de 67 años, uno de los creadores. "Lo hemos fabricado casi todo con material reciclado. Los coches, por ejemplo, los hemos conseguido en un desguace", afirma. El segundo y el tercer premio fueron a parar a las calles de Fraternitat y de Tordera, respectivamente.

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