Minusválidos
Este verano he podido comprobar en mis carnes las diferentes sensibilidades hacia los minusválidos de dos municipios españoles. En Malpica (A Coruña), un sábado en pleno agosto, la guardia municipal se desvivió por facilitar el aparcamiento a una persona minusválida, ayudándola incluso a aparcar y poniendo conos en las plazas de minusválidos para que los listos de siempre no ocuparan el lugar.
En el otro extremo está el Ayuntamiento de Tarifa, capital del turismo progre. Además de multar a los conductores minusválidos por aparcar durante cinco minutos en zona de carga y descarga delante de la farmacia, se niegan ya no a retirar los vehículos aparcados en plazas de minusválidos (¡durante tres días seguidos!), sino incluso a multarlos, con el surrealista argumento de que están mal señalizadas (por ellos mismos).
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