Los partidos destacan la lucha antifranquista de Xirinacs
Pujol lo define como "un profeta" y Nadal subraya su "testimonio apostólico"
Todos los partidos políticos catalanes, a excepción del PP, subrayaron ayer el carácter de luchador antifranquista del ex senador y sacerdote Lluís Maria Xirinacs, cuyo cuerpo sin vida fue hallado el pasado sábado en un bosque de la localidad de Ogassa, en la comarca del Ripollès. El ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol lo definió como "un profeta" que "quiere a su pueblo y por eso lo fustiga".
Pujol confesó sentirse "muy afectado" por la decisión de Xirinacs de quitarse la vida poco después de cumplir los 75 años. En declaraciones a Catalunya Ràdio, el ex presidente catalán resaltó la faceta crítica del sacerdote que, como un profeta, "advierte de los peligros, los errores, los pecados y las debilidades". En una carta de despedida escrita pocos días antes de su muerte, Xirinacs criticó con dureza a los líderes políticos catalanes, a los que tildó de "cobardes" y de "masificadores del pueblo".
En una línea similar, el consejero de Política Territorial, Joaquim Nadal, expresó en nombre del Gobierno catalán su "pesar" por la muerte del ex senador. Nadal subrayó su "testimonio de carácter apostólico" y elogió su lucha contra el franquismo, una idea que también destacó la portavoz de ICV, Dolors Camats, quien expresó su "respeto" por la decisión de Xirinacs.
El consejero Nadal destacó además que la trayectoria de Xirinacs siempre fue "crítica con su propia condición de sacerdote, con el funcionamiento del país e incluso con el modo de vida". A juicio de Nadal, Xirinacs fue un "testigo en solitario". Precisamente en la nota que llevaba en el bolsillo cuando se adentró en el bosque de Ogassa para morir, el ex senador había escrito que se suicidaba "en pleno uso" de sus facultades mentales para acabar sus días "en la soledad y el silencio".
El presidente de Esquerra Republicana, Josep Lluís Carod, aseguró haber sufrido "una enorme conmoción" al conocer la noticia de la muerte, así como las circunstancias en las que se produjo. A juicio de Carod, Xirinacs fue "un símbolo de la resistencia pacífica" en la década de los setenta, y un acérrimo defensor, después de "la autodeterminación, del concepto de Països Catalans y de la construcción nacional desde la base de la sociedad". Carod sufrió junto a Xirinacs la detención de los 113 miembros de la Assemblea de Catalunya.
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